Oración y discernimiento

Oración y discernimiento

Oración y discernimiento

Existe una estrecha relación entre oración y discernimiento. Esta relación encuentra su fundamento en la antropología cristiana, en la que no se entiende el desarrollo personal del creyente si no es bajo la presencia del Espíritu Santo. Como fundamentos del sentido orante del discernimiento se pueden señalar:

  • El concepto de vocación como inserción de la persona en el proyecto de Dios mediante la edificación de la Iglesia. Se trata de recapitular todas las cosas en Cristo, asumiendo la participación en el plan creador de Dios de manera personal.
  • La conciencia de Jesús de estar inmerso en un proyecto que le supera y consiste en hacer la voluntad del Padre. Su constante experiencia de oración que nos revela el proyecto del hombre como un proyecto con Dios.
  • La praxis de Jesús y de la Iglesia naciente que une los momentos de discernimiento vocacional a la oración personal y comunitaria.
  • Desde el concepto cristiano de libertad, donde el hombre llega a ser libre en y por el Espíritu, en relación permanente con Dios.

Rasgos de la oración y discernimiento.

La oración tiene en sí misma los elementos que llevan al discernimiento. No se trata de utilizar la oración con este fin, y mucho menos de pedir respuestas inmediatas de Dios. Es más bien al revés: toda experiencia de oración, si es auténtica, conlleva un ejercicio de discernimiento, porque pone la realidad a la luz de la Palabra. Se subrayan algunos rasgos de la oración que ayudan al discernimiento:

  • Oración centrada en la Palabra. El ejercicio orante es primero y prioritariamente un ejercicio de escucha de la Palabra. Se trata de dar a aquello que Dios comunica el lugar central y poner en la acogida de la Palabra todas las energías personales. Se insiste tradicionalmente en recibir la Palabra en su totalidad, de modo sistemático, programado, receptivo. La oración consiste en un encuentro personal con Dios a través de la Palabra.
  • Oración desde la propia verdad. En la oración queda patente ante Dios la propia ver-dad, con sus luces y sombras. Es un ejercicio que ayuda al reconocimiento y aceptación de sí mismo y a una nueva orientación de la vida. El hombre se hace capaz de silencio, de encuentro profundo consigo. Al mismo tiempo abre su verdad a Dios, para ser conocido por él.
  • Oración en la solidaridad. La oración se hace eco de las situaciones que viven los demás, tanto las personas como la sociedad. Presenta ante Dios los gritos de los hombres, y hace al orante sensible ante la realidad. Es la oración como un puente entre Dios y los hombres, espacio interior en el que tiene su origen la oblación, la entrega, el servicio.
  • Oración que confronta. Es la oración un ámbito de exigencia personal y comunitaria, en donde nos vemos confrontados con los valores evangélicos e invitados a una nueva vida, siempre por descubrir. La oración que inquieta y propone nuevos caminos de vida.
  • Oración por la comunidad. Es un ámbito privilegiado que educa en la conciencia eclesial. Se realiza con la Iglesia y en la Iglesia. Un excelente modelo de este rasgo es la liturgia de las horas. En ella el creyente aprende a sentir con la Iglesia y a manifestar su pertenencia a ella.

Dinámica del discernimiento en la oración.

Existen diversos modelos y formas de orar que proponen explícitamente el discernimiento vocacional. Propongo a continuación dos modelos sencillos, que pueden complementarse entre sí:

Discernimiento desde la vida

Consiste en afrontar problemas de la vida ordinaria, entre ellos el de la decisión vocacional, desde la oración.

Tiene como fundamento la centralidad de la Palabra en la opción vocacional.

1er paso: Sé el problema o decisión que se me presenta en este momento. Sin embargo, al entrar en la oración, pongo ese problema en un segundo plano para dar la prioridad a la Palabra de Dios. Este paso supone una clara conciencia de los propios sentimientos y pensamientos en torno al problema y un cierto dominio de sí.

2º paso: Considero la Palabra de Dios y medito asiduamente sobre ella, aceptando lo que ella propone y el mensaje que encuentro para mí.

3er paso: A la luz de la Palabra considero nuevamente el problema o decisión que tengo delante, pero ya lo hago desde otras convicciones, desde otro punto de vista.

4º paso: Propongo una solución y la ofrezco al Señor en la oración, esperando una confirmación de la decisión. Esta solución se propone como parte del coloquio o conversación íntima con el Señor que marca la cumbre de ese momento de oración.

5º paso: Repito este ejercicio varias veces para ir encontrando una paz mayor en lo que voy decidiendo.

Discernimiento desde los valores

Consiste en reconocer y aceptar en la oración las consecuencias prácticas que se derivan de la aceptación de los valores vocacionales.

Tiene como fundamento la libre opción por los valores vocacionales.

1er paso: Propongo un valor o una virtud que anhelo vivir, con la ayuda de Dios. Sobre todo, un valor que tiene relación íntima con la vocación.

2º paso: Considero un texto de la Palabra de Dios que ilumina de modo especial esa virtud. En las Constituciones o documentos de la Iglesia suelen ofrecerse textos bíblicos que fundamentan los valores vocacionales.

3er paso: Discurro sobre el texto, comprendiendo su sentido, pero también sacando las consecuencias de la aceptación de ese valor o virtud para mi vida práctica.

4º paso: Discurro sobre mi vida y personalidad para descubrir las sombras que hago en relación con el valor o la virtud propuesta, de modo que también perciba los impedimentos.

5º paso: Elijo delante de Dios las consecuencias que he considerado, de modo que acepte voluntariamente el esfuerzo ascético que supone la vivencia de ese valor o virtud.

6º paso: Repito este ejercicio varias veces para ir consiguiendo una convicción más profunda.