La narración de la propia historia

La narración de la propia historia

Valor terapéutico de la narración personal

La narración de la propia historia es una técnica práctica y eficaz, fácil de aplicar en el acompañamiento espiritual y vocacional. Se trata de poner por escrito los acontecimientos que de alguna manera han influido en el desarrollo de la propia personalidad, siguiendo un orden cronológico. Evidentemente, poner por escrito los acontecimientos implica toda una interpretación de los mismos. Por eso, poner en práctica este ejercicio aprovecha y desarrolla la típica capacidad humana de reflexionar sobre las cosas y darles un sentido.

La interpretación que se haga de los acontecimientos ha de ajustarse a la realidad en dos sentidos. Por un lado, debe responder a situaciones reales, no imaginarias. Desde este punto de vista conviene examinar los datos de manera que se identifiquen con objetividad los acontecimientos que se narran. El otro punto de vista es el de los valores que la persona que narra los acontecimientos ha aceptado como buenos para sí. Constituyen el marco de la interpretación. La persona es capaz de dar sentido a los acontecimientos desde lo que ella cree, espera y ama. Tales valores son objetivos, no dependen de una opinión personal, sino que están allí y es posible dialogar sobre ellos.

El ejercicio puede cumplir diversas funciones, de acuerdo con el momento y a la situación en que la persona se encuentre, pero su fruto es siempre el mismo: una visión más unitaria y armónica de la propia personalidad; una capacidad mayor de leer la propia historia con gratitud y de encontrar en ella un sentido, una capacidad mayor de asumir con responsabilidad esa historia tal como es, con sus gozos y penas, construyendo algo mejor. Se hace así palpable el valor terapéutico de este medio pedagógico, que se funda en nuestra natural capacidad de recordar.

Es un ejercicio que tiene unas resonancias importantes de fe, como un reflejo de la Historia de la Salvación, mediante el cual el hombre adquiere la certeza de que es Dios quien conduce su historia personal, que todo ocurre en ella para su bien. Pero a la vez es profundamente humano, en el sentido de que apunta directamente al desarrollo y a la integración de la persona.

Modelos para el ejercicio

1. La autobiografía

El primero momento está en la línea del recuerdo; quiere facilitar la memoria de los acontecimientos. Consiste en establecer el esquema general de la autobiografía para colocar las fechas de un modo objetivo. También incluye la investigación de algunos datos que la persona puede conservar, pero con poca claridad. Para este momento pueden ser útiles las siguientes indicaciones:

  1. Elabora un esquema en el que estén representados todos los años de tu vida. Puede ser en forma lineal, como una línea de la vida, o en forma de círculo, como un radar, o en forma de cuaderno, como si escribieras el libro de tu vida. Para facilitar el recuerdo puede ser útil agrupar los años por lustros o por períodos de tres años; o también en grandes períodos, por ejemplo: niñez, adolescencia, juventud…
  2. En cada parte del esquema conviene que estén claros cuatro elementos: fecha, lugar, acontecimientos y personas. Aún no vas a redactar la autobiografía, solamente coleccionarás los datos que te van a facilitar una redacción más fluida.
  3. Es probable que ciertos datos te queden oscuros. Puedes recurrir a otras personas para averiguar más detalles, especialmente a tus padres y a otros familiares o amigos que han sido testigos de los acontecimientos; o también a noticias de la época que estén relacionadas con tu vida. Puedes, por ejemplo, escuchar algunas canciones que se compusieron en el año de tu nacimiento, o leer un periódico del día en que naciste.

El segundo momento está en la línea de la interpretación. Consiste en distinguir y subrayar lo que ha sido significativo y de alguna manera tiene repercusiones en el comportamiento presente de la persona y en sus percepciones actuales. Para este segundo momento:

  1. Recorre con atención el esquema general de tu autobiografía, subrayando los acontecimientos y personas que consideras más significativos. Si puedes, haz una anotación sobre el mismo esquema, especificando la razón por la cual consideras que lo son.
  2. Vuelve a recorrer el esquema, ahora con dos lápices de colores diferentes, uno para los momentos brillantes y alegres, que podemos considerar dorados; esos momentos que pondrías con mucho gusto y a todo color en la película de tu vida. Utiliza otro color para los momentos oscuros o tristes; son los que podemos calificar como grises, esos momentos que preferirías que no salieran en la película de tu vida. Se trata de evaluar y seleccionar los distintos momentos.
  3. Si te surgen más dudas sobre el valor de algunas situaciones que has vivido, es el momento para consultar con otras personas que hayan participado de los mismos acontecimientos.

El tercer momento está en la línea de la presentación. Consiste en poner en limpio los datos, para poder compartirlos con el orientador.

  1. Ahora plasma por escrito tu autobiografía. Es preferible que lo hagas a través de una narración. Si te es más cómodo, la puedes dividir en capítulos, según lo que has considerado como grandes etapas de tu vida.
  2. Antes de redactar, pide ayuda a Dios, para que en este ejercicio puedas reconocer su mano providente, que escribe en tu vida a través de los acontecimientos.
  3. A la hora de redactar, procura describir los sentimientos que recuerdes en cada uno de los momentos, de modo que no sólo cuentes los acontecimientos, sino también cómo esos sucesos, personas, lugares y situaciones fueron sentidos por ti de un modo único.
  4. Procura la mejor presentación para tu autobiografía, recordando que no es un documento para entregar a nadie, sino algo importante para ti mismo o para ti misma.

El cuarto momento consiste en compartir la autobiografía con tu orientador. Lo que interesa es que hagas una narración viva y no tanto lo que has puesto por escrito con mayor o menor cuidado. Lo que tienes escrito pasa a un segundo plano, porque al narrar, revisas y reelaboras todo el contenido de la autobiografía.

  1. Pide una cita a tu orientador para compartir con él tu autobiografía. Puedes seguir el esquema general o incluso leer algunas partes de lo que has escrito, pero recuerda que lo más importante no es lo que has escrito allí, ni la precisión de los recuerdos, sino tu visión actual de todo ello. Por eso siéntete libre para añadir en la narración viva algunos detalles que no aparecían en el escrito o que te cuesta más trabajo compartir.
  2. Tú mismo orientador te indicará si es necesario emplear otra entrevista para continuar narrando tu historia o para profundizar en algún punto.
  3. Si lo crees oportuno, puedes compartir tu autobiografía con otra persona, por ejemplo, alguien de tu familia, o algún amigo.

El quinto momento consiste en volver al escrito para hacer las correcciones y anotaciones pertinentes o para hacer subrayados que han quedado más claros a partir de la narración viva.

  1. Date un tiempo para volver al escrito y completar datos que, después de haber hecho la narración viva, te parecen más claros. Con esto queda terminada tu autobiografía. Si tienes interés por ello, puedes volver a pasarla en limpio, para conservarla así.
  2. Procura dar este último paso en una tesitura religiosa de acción de gracias a Dios por cuanto ha ocurrido en la aventura de tu vida y por el privilegio de poder dedicar un tiempo a asimilarla con más detenimiento.
  3. Coloca tu autobiografía en un lugar especial de tu archivo personal. Puede ser un elemento al que quieras recurrir en otros momentos de tu vida.
  4. Anota al margen los frutos que has recogido al hacer el ejercicio. Para ello te pueden servir estas preguntas: ¿Cómo percibes tu propia historia después de haberla narrado? ¿Qué sentimientos te han acompañado durante la elaboración del ejercicio? ¿Cuál es tu percepción del futuro en este momento?

2. La narración de un acontecimiento

Te proponemos el ejercicio de narrar un acontecimiento. Ve siguiendo los pasos que señalan a continuación.

Primer paso: Clarificar el acontecimiento. ¿Qué es lo que objetivamente ocurrió? Intenta describir los hechos con la mayor precisión posible.

Segundo paso: Descubrir la interpretación que lo acompaña. ¿Qué interpretación ha acompañado al recuerdo de este acontecimiento? ¿Realmente se corresponde con la realidad? ¿Cómo la puedo cuestionar?

Tercer paso: Reconstruir el acontecimiento. ¿Qué es lo que en verdad ocurrió? Intenta reconstruir el acontecimiento con más precisión y más apego a la verdad.

Cuarto paso: Descubrir los aspectos positivos. ¿Qué sentido original y distinto, coherente con los valores de la fe, puede tener este acontecimiento? ¿Qué he podido aprender de esta situación? ¿Qué oportunidades o fortalezas ha generado en mi personalidad esta experiencia?

Quinto paso: Narrar el acontecimiento. ¿Cómo quiero narrar ahora este mismo acontecimiento? ¿Qué forma le quiero dar a mi narración?

Sexto paso: Integrar el acontecimiento. La integración del acontecimiento es algo que ocurrirá en tu interior con el tiempo. Se trata de una percepción más serena y esperanzada de cuanto ha ocurrido.

3. La narración de un sentimiento

Para narrar la historia de un sentimiento puede ser útil que sigas los siguientes pasos. Para cada uno de ellos aparecen unas preguntas que probablemente te ayuden en este trabajo.

Primer paso: identifica el sentimiento. Se trata de describir con la mayor precisión posible en qué consiste este sentimiento.

¿Qué nombre le puedo dar a mi sentimiento?

¿Con qué adjetivo puedo matizar el modo como lo siento?

¿Cuál es mi historia personal con este sentimiento?

¿Cómo podría expresar la manera concreta como yo lo siento?

Segundo paso: reporta el sentimiento. Consiste en hablar pausadamente del sentimiento con alguien que te pueda ayudar.

¿Con quién quisiera compartir este sentimiento?

¿Por qué es adecuado compartirlo con esta persona?

¿Tengo la confianza suficiente para hacerlo?

¿Cómo puedo preparar este encuentro?

Tercer paso: apropia el sentimiento. Se trata de percibir el sentimiento como profundamente tuyo. No es algo que ocurre en ti o que surgió por casualidad, sino algo que te pertenece y te define.

¿Puedo ser yo mismo y feliz con1 este sentimiento?

¿Soy capaz de formular una visión humorística de mi sentimiento?

¿Cuáles son la manera, lugar y personas adecuadas para expresarlo?

¿Cómo puedo encauzar positivamente esta energía?

4. La narración de un recuerdo

Materia: ¿En qué consiste tu recuerdo? ¿Qué es exactamente lo que recuerdas?
Valoración: ¿Cómo te pone este recuerdo: rígido, triste, esperanzado, frustrado, nostálgico, incómodo, orgulloso…?
Sentimientos: ¿Cómo te sientes al recordar esto? Intenta describir tus sentimientos con más precisión.
Trascendencia: ¿Por qué consideras que este recuerdo es importante?
Efectos: ¿Este recuerdo condiciona algunas de tus acciones o actitudes? ¿Cuáles?
Narración: ¿En qué momento y con qué persona puedes narrar este recuerdo?
Humorismo: ¿Puedes reír de tu recuerdo, mirarlo con buen humor, como Dios lo mira?
Nueva actitud: ¿Cómo puedes manejar mejor este recuerdo? ¿Qué quieres que suscite en ti en el futuro?