“El Simposio quería mostrar de nuevo la belleza de la vocación presbiteral en la Iglesia y para el mundo”

“El Simposio quería mostrar de nuevo la belleza de la vocación presbiteral en la Iglesia y para el mundo”

Valoraciones muy positivas del Simposio organizado por la Cátedra Mosén Sol sobre la Pastores Dabo Vobis.

El Aula Magna de la Universidad Pontifica de Salamanca acogió durante el 27 y 28 de abril el Simposio titulado ‘Balance y perspectivas de la formación sacerdotal a los treinta años de la Pastores Dabo Vobis’. Asistieron un centenar de participantes, entre los cuales hubo varios obispos -que también tomaron la palabra con alguna ponencia o intervención-, sacerdotes y seminaristas.

En el acto de clausura, Mons. Joan-Enric Vives, Presidente de la Comisión Episcopal del Clero y Seminarios de la CEE, reconoció que Simposio resultó muy interesante por la calidad de las ponencias, agradeció a quienes lo hicieron posible e invitó a los presentes “a mirar hacia adelante y pensar cómo podemos divulgar que somos signos sacramentales de que Cristo es el único Pastor”.

Por su parte, el Secretario de la Congregación para el Clero, Mons. Andrés Ferrada, que ofreció la ponencia inaugural, confesó que el Simposio “ha sido una ocasión de formación permanente muy enriquecedora por la calidad de los ponente y por la convivencia con todos los participantes”. En cuanto a la actualidad de la exhortación Pastores Dabo Vobis señaló que hay que “seguir animando la implementación de una formación inicial y permanente que tenga dos rasgos fundamentales: sea por una parte comunitaria y por otra misionera”.

Mons. Jesús Vidal, presidente de la Subcomisión episcopal para Seminarios de la CEE, también ofreció su punto de vista resaltando que “el propio encuentro nos ha permitido dialogar y despertar el deseo de seguir trabajando por toda la formación sacerdotal, inicial y permanente”. Y señaló como un reto formativo fundamental “la interiorización de la formación, es decir, generar la libertad, la capacidad del sujeto de vivir un continuo proceso de formación y crecimiento en Cristo”.

El Director general de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que patrocina la Cátedra Mosén Sol, D. Florencio Abajo, expresó la satisfacción por la realización del Simposio en línea con los objetos de la Cátedra y subrayó que “la Universidad Pontificia de Salamanca ha sido el ámbito más adecuado para acoger la reflexión sobre el tema del Simposio”. En esta línea indicó que “en una sociedad y en una Iglesia que están cambiando constantemente de una manera tan rápida es preciso adentrarnos en la cuestión del modelo de presbítero que Dios quiere para su Iglesia hoy. En la medida en que tengamos claro esto, avanzaremos en la formación para que los seminaristas lleguen a ser los sacerdotes que necesita la Iglesia”.

Valoración de D. Gaspar Hernández, Director de la Cátedra Mosén Sol

Habiendo pasado ya una semana y con algo más de perspectiva, D. Gaspar Hernández, director de la Cátedra Mosén Sol, nos ofrece su valoración personal.

¿Qué valoración global hace del Simposio?

Mi valoración del Simposio es muy positiva, por la calidad de las intervenciones realizadas en él, por la metodología empleada con respuestas de especialistas a las ponencias principales que –en mi opinión– han contribuido a ofrecer diversos puntos de vista sobre PDV, fomentado el diálogo y la reflexión crítica, y finalmente por el buen clima generado entre todos los participantes. Aunque ha habido un centenar de matriculados, nos hubiera gustado una participación más amplia de los responsables de la formación del clero, seminarios y casas de formación de nuestro país. No obstante, la publicación de las intervenciones seguro que ayudará a difundir y profundizar la reflexión realizada en el Simposio.

¿Qué ha supuesto para la Cátedra Mosén Sol la organización y realización de este Simposio?

Creo que el Simposio ha supuesto la consolidación académica de la Cátedra, diríamos su “puesta de largo en la sociedad” y en la universidad. Tras su creación, los dos primeros cursos los dedicamos a reflexionar sobre las cuestiones actuales de la teología del ministerio ordenado, por un lado, y los desafíos planteados hoy a la formación sacerdotal por otro, pero el formato se reducía a sesiones académicas entre especialistas. La pandemia paralizó el programa de actividades. Pero el Simposio, sin perder calidad académica, más bien todo lo contrario, ha abierto la reflexión a un público más amplio, siendo fiel así a los objetivos de la Cátedra en el espíritu de Mosén Sol, el apóstol de las vocaciones sacerdotales.

¿Qué sentido tiene convocar a diferentes expertos para dialogar sobre el sacerdocio y la formación sacerdotal?

Considero que un evento así nos ayuda a centrar el foco en uno de los auténticos retos que tiene planteada la Iglesia en la actualidad. Tras la crisis en la imagen social de los presbíteros, provocada por escándalos como los abusos o la gestión económica, el Simposio quería mostrar de nuevo la belleza de la vocación presbiteral en la Iglesia y para el mundo. Por otro lado, en estos tiempos donde se está reflexionando sobre la sinodalidad en la vida de la Iglesia, un Simposio como este en torno a un documento fruto de un Sínodo –el de 1990– nos ayuda a comprender que sinodalidad no implica indiferenciación sino participación de cada uno según su propia vocación y misión en la tarea evangelizadora confiada a todos a la escucha del mismo Espíritu. También hoy la reforma de la Iglesia en clave misionera, a la que nos invita el Papa, depende en buena medida de la conversión y renovación de sus pastores.

¿Qué retos pendientes de la PDV quedan aún por desarrollar?

Estos retos se han ido apuntando a lo largo del Simposio. Entre ellos, podríamos destacar: la profundización en la base antropológica del ministerio en el contexto actual que vivimos; una mejor articulación entre la dimensión cristológica o descendente del presbítero y la dimensión eclesiológica desde la perspectiva pneumatológica, trinitaria y sacramental que ofrece la exhortación; la especificidad de la espiritualidad presbiteral en relación con la común espiritualidad cristiana y la de otras tradiciones espirituales en la Iglesia; la pastoral de las vocaciones sacerdotales en el marco más amplio de una antropología vocacional y de la común vocación bautismal; itinerarios formativos concretos que ayuden a vivir la identidad y espiritualidad del presbítero hoy; y, finalmente, el desafío de una formación permanente integral viviendo el dinamismo del ser sacerdotal en la vida y ministerio de cada día.