“Ser sacerdote es el sentido de mi vida”

“Ser sacerdote es el sentido de mi vida”

El operario D. Mariano Herrera Fraile está celebrando, este año, sus bodas de oro como sacerdote. Recibió la ordenación presbiteral el 22 de septiembre de 1974. El Colegio Español, donde actualmente ejerce como Director espiritual, publicó en su web una entrevista en la que hablaba sobre este medio siglo de ministerio.

Don Mariano Herrera Fraile lleva todo un año celebrando sus cincuenta años como presbítero. Lo ha celebrado con el clero de su diócesis de Segovia y también de Toledo y Zaragoza, donde ha ejercido el ministerio. El día del aniversario de su ordenación, el 22 de septiembre, lo celebró en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Almudena, donde había sido párroco hasta este curso. El domingo siguiente, la fiesta fue en Cuéllar, su pueblo. Finalmente, el 4 de noviembre, compartió su acción de gracias con la comunidad del Pontifico Colegio Español de Roma.

En la homilía, expresó que encontraba la verdadera alegría precisamente en “esta celebración eucarística, comunión y fraternidad”. Y sus palabras fueron de acción de gracias a Dios y de perdón, por estos años de ministerio. Al conmemorar la fiesta de San Francisco de Asís, don Mariano se inspiró en su figura invitando a los presentes a “consolar, compadecer, amar. En actitud siempre agradecida y comprometida, ¿para qué sirve la vida sino es para darla?”.

Terminó haciendo referencia al Beato Manuel Domingo y Sol y reconociendo que “no estamos destinados a salvarnos solo. Yo estoy destinado a salvarme con vosotros”.

Al concluir la Eucaristía, el Rector del Colegio, D. Carlos Comendador, le entregó como obsequio una estola para que siga ejercitando el ministerio sacerdotal de manera fecunda en el acompañamiento espiritual y en el sacramento de la reconciliación.

-¿Qué se siente al celebrar 50 años de la ordenación sacerdotal?

Una alegría muy grande: pidiendo perdón por mis pecados y dando gracias a Dios por su perdón, misericordia y amor. Y en medio de su Pueblo.

Reconozco y confieso que este año, gracias a las celebraciones con tantos y en varios lugares, en comunión de fe con todo el pueblo de Dios y en la fraternidad sacerdotal que estoy sintiendo, ha sido para mí un momento de fuerte conversión.

Gracias a Dios, a quien sacramentalmente siento cercano en los hermanos.

-¿Qué significa para ti ser sacerdote? ¿Y ser operario?

Ser de Dios, hijo de Dios que me llama, para los demás a quienes me envía. Es mi vida; es el sentido de mi vida. Siendo sacerdote y enviado, me he hecho muchas veces la pregunta y se la he hecho a los demás: ¿Para qué sirve la vida si no es para darla?

Como operario siempre me he sentido diocesano. Somos sacerdotes operarios diocesanos. Al servicio de las vocaciones, en equipo siempre, en todo, y con todos; siguiendo al Señor donde quiera que vaya, sin ataduras, peregrino de esperanza, caminando junto a Él y con los hermanos.

-En la ordenación sacerdotal uno “es” ontológicamente sacerdote, pero con el paso de los años uno se va haciendo existencialmente sacerdote. ¿Cómo has vivido tú este proceso?

En la Palabra, en la Eucaristía, en los Hermanos… O sea, tratando de identificarme con Cristo en mi ser, en mi vivir, en mi actuar; gracias a la oración y a la entrega alegre y generosa. Contando siempre con el Señor, encontrándolo en los hermanos; agradeciendo el perdón que tantas veces necesito por ser un pecador, que siempre soy perdonado “por la muerte y resurrección de su Hijo”. La vida ordinaria (extraordinaria) con los demás, en el amor de la oración, siguiendo, caminando con Él y con los otros, “en equipo”, “peregrinos de esperanza” me hace ser, activar y vivir el ministerio sacerdotal, ser sacerdote.

-¿Cómo ha sido tu vivencia de la fraternidad sacerdotal?

He vivido la fraternidad sacerdotal con alegría y con dificultades, de corazón y con responsabilidad; reconociendo siempre que es lo mejor, a pesar de que pudiera pensar que esto o lo otro pudiera haberse vivido o salido mejor si lo hago o lo vivo yo solo…; pero no, al final siempre te das cuenta de que “es mejor en equipo”, “de dos en dos”, “en comunión de hermanos con Él”, que nos llama, nos reúne y nos envía. Vivo la fraternidad en los equipos de Hermandad, en las diócesis, en la Iglesia…, participando, colaborando, rompiendo tantas veces la tentación al protagonismo. Fraternidad sacerdotal vivida, que se amplía y revive en el estilo pastoral de “hermano” con todos los hermanos con los que trabajas y vives el compromiso de la misión: “fraternidad pastoral”.

-Según tu experiencia en etapas anteriores, ¿cómo definirías el Pontificio Colegio Español de Roma?

Una comunidad de hermanos sacerdotes en formación y compromiso pastoral. Una comunidad de sacerdotes en formación permanente en el estudio, en la oración, en la convivencia

Has trabajado casi toda tu vida en la formación sacerdotal. ¿Qué significa para ti ser formador?

Servir e intentar enseñar a servir a Dios y a los hermanos. Con el ejemplo de vida, con la palabra orientadora, con la mirada del recuerdo, de la presencia y hacia adelante. “Me has seducido, Señor…” (Jr 20, 7), y quiero seguir siendo “Peregrino de esperanza” (Jubileo 2025).

-¿Cómo afrontas este regreso al Colegio como director espiritual?

A los 50 años de mi ordenación sacerdotal, agradeciendo y “recordando” el tiempo y el amor vivido en toda esta experiencia de gracia que ha sido el ministerio presbiteral con seminaristas, con sacerdotes y tantos fieles laicos, quisiera -y pido esta gracia al Señor- que sea una experiencia de “encuentro” para, evangélicamente, “mirar”, “escuchar” y “contemplar”. Y, con este silencio sonoro, que deje hablar a Dios, acompañar y orientar a mis hermanos.

FUENTE: Pontificio Colegio Español de Roma