13 Nov ¿Qué es la «Fiesta del Reservado»?
Una fiesta de gran tradición, típica de los Seminarios y casas de formación fundadas por Mosén Sol
Durante el pasado fin de semana se ha celebrado la fiesta del Reservado en dos casas muy significativas de la Hermandad: el Seminario Mosén Sol de México y el Colegio Español de Roma. Sin embargo, continúa celebrándose en los seminarios de Burgos y Toledo, lugares donde la Hermandad no está presente desde hace varios años
¿Qué se esconde detrás de este nombre tan particular y llamativo? El diccionario del RAE nos da una pista. Y define “Reservado” como “Sacramento de la eucaristía que se guarda en el sagrario”. Pues esto es la fiesta del Reservado, una fiesta sobre el Sacramento de la Eucaristía que se guarda en el Sagrario. Conocer su origen nos ayudará a mejor vivir su celebración y valorar su significado y actualidad.
La fiesta del Reservado conmemoraba la instalación de Jesús Sacramentado en la capilla de los Colegios de San José fundados por el Beato Manuel Domingo y Sol. Era, además, una fiesta de agradecimiento a Jesús que, como “Huésped de la Casa”, quiere establecer en ella su morada. Por su carácter de reparación, resplandece en ella el genuino espíritu eucarístico de Don Manuel, tanto como en ninguna otra de sus múltiples manifestaciones.
La primera vez que se celebró fue el 14 de noviembre de 1880 en el Colegio de San José de Tortosa. Años más tarde recordaba don Manuel: “… estando todavía este colegio a la mitad de su edificación, se dignó Jesús fijar su morada sacramental, habiendo precedido el día anterior una protesta de los colegiales de entonces de honrar con sus actos de amor y reparación a tan distinguido Huésped, y se le ofreció el propósito, como señal de gratitud, de recordar a los venideros, por medio de esta fiesta anual, la bondad de nuestro Dios, que venía a habitar entre nosotros”.
Desde entonces, toda la vida de los Colegios de San José y de sus moradores, desde la víspera, y aun desde una semana antes, se movía en torno a la idea de la fiesta y al anhelo de celebrarla con el más ferviente gozo y el máximo esplendor. Particularmente aquellas dependencias que la procesión iba a recorrer se embellecían con todos los adornos y las galas que fabricaban los alumnos.
Don Manuel gozaba lo indecible en semejantes ocasiones y así infundía en los jóvenes seminaristas el espíritu y el ansia de reparación, que anhelaba prender en todos los corazones.