17 Jul “Nos toca salir sin miedo al encuentro del hombre con la Buena Nueva”
La Catedral de El Salvador acogió, el sábado 15 de julio, la ordenación episcopal del sacerdote operario Jesús Rico y su toma de posesión como obispo de la diócesis española de Ávila.
En las palabras que dirigió a los fieles al término de la Eucaristía en la que fue consagrado Obispo de Ávila, D. Jesús Rico García agradeció la confianza del Papa Francisco para “desempeñar este importante y delicado ministerio”. Seguidamente, recordó el valor de la comunión en la Iglesia: “La Iglesia está llamada a ser comunidad y no una comunidad cualquiera, sino al estilo de Dios Uno y Trino, unidad en la diversidad, sin guerras mutuas, capaz de dejar de lado rencillas y divisiones, comunidad de fe y amor donde el servicio a la caridad lo invade todo”.
Insistió en que “necesitamos sentirnos Pueblo de Dios, caminar juntos, como comunidad, compartiendo carismas y ministerios”. En este sentido citó una frase que repetía el Beato Manuel Domingo y Sol, fundador de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos: “No sabemos si estamos destinados a ser un río caudaloso, o si hemos de parecernos a la gota de rocío que envía Dios en el desierto a la planta desconocida. Pero más brillante o más humilde nuestra vocación es cierta: No estamos destinados a salvarnos solos”.
Concluyó recordando la dimensión misionera de la Iglesia: “Nos toca sembrar, salir sin miedo al encuentro del hombre con la Buena Nueva, fuente de plenitud y fidelidad”, expuso D. Jesús, convencido de que “la comunidad cristiana es misionera por naturaleza”. “Evangelizar hoy en medio de una cultura de la indiferencia y la increencia es el reto que tenemos planteado”, remarcó.
Un obispo muy esperado
Estas palabras pusieron el broche final a una celebración Eucarística que comenzó a las once de la mañana en la Catedral de Ávila con la participación de unos seiscientos fieles, entre los que se encontraban la madre y los hermanos de D. Jesús, varios familiares, amigos y, también, paisanos de Montemayor de Pililla,
Al inicio de la celebración, el nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, agradeció la labor del anterior obispo, Mons. José María Gil Tamayo, y del administrador apostólico hasta ese momento, Mons. Jesús García Burillo. Precisamente este último, obispo de Ávila durante 15 años (2003-2018), expresó que la diócesis llevaba tiempo rezando para tener un obispo “según el Corazón de Cristo, Buen Pastor”.
Padre y hermano
El Cardenal Mons. Ricardo Blázquez fue el ordenante principal, que estuvo acompañado de Mons. Bernardito Auza, y de Mons. Jesús García Burilllo. Concelebraron casi medio centenar de obispos y numerosos sacerdotes, entre los que estaban presentes muchos de la diócesis de Ávila, unos cuarenta sacerdotes operarios y unos veinte sacerdotes colegiales del Pontificio colegio español de Roma, donde D. Jesús Rico había sido rector.
Tras la lectura por parte del Canciller de las Letras Apostólicas, el Cardenal Blázquez comenzó su homilía con palabras cariñosas para el aún obispo electo de Ávila, recordando la época en la que se conocieron como profesor y alumno en la Universidad Pontificia de Salamanca. También agradeció la labor de los sacerdotes operarios en el Pontificio Colegio Español de San José de Roma. A continuación, le recordó que “Jesucristo te ha elegido libremente porque quiso y porque te ha amado para que estés con Él y para enviarte a proclamar el Evangelio con las palabras, las obras y la vida entera”.
Después de comentar algunos aspectos propios de la liturgia de la consagración de un obispo, describió algunas de las tareas que le son encomendadas: “un servicio a los demás que debe ser cumplido servicialmente, como nos enseñó Jesús lavando los pies a sus discípulos. El obispo debe hacer de su vida una dedicación laboriosa y diligente, impregnada de afecto, a tiempo y a destiempo, gastándose y desgastándose por los demás; como buen samaritano se acerque a los heridos por la vida; ofrezca el perdón del Padre Dios a los contritos de corazón y abatidos por el peso de sus pecados. El obispo mira con amor a las personas confiadas a su cuidado y con celo mantiene las realidades encomendadas a su custodia y recibidas del Señor para que sean hontanar de vida, de amor y de esperanza”.
Rito de ordenación
Tras la homilía, el rito de ordenación prosiguió según lo previsto. D. Jesús realizó sus promesas para el ministerio episcopal y, a continuación, mientras permanecía postrado en el suelo como signo de humildad, el pueblo fiel entonó las letanías para encomendarlo a los santos. Después tuvo lugar la imposición de manos y la oración consecratoria. Tras la unción con el Santo Crisma, se procedió a la entrega del Evangelio y de las insignias episcopales: el anillo, la mitra y el báculo.
El rito concluyó entre aplausos con la toma de posesión de la cátedra por parte de Mons. Jesús Rico, quien desde ese momento pasó a presidir la celebración de la Eucaristía como obispo de Ávila.
Después de su alocución, D. Jesús encomendó su misión y toda la diócesis a la protección de la Virgen del Carmen, en la víspera de su fiesta. Siguidamente, recorrió las naves de la Catedral, acompañado de los otros dos obispos Operarios que hay en España, Mons. Jesús Pulido, Obispo de Coria-Cáceres, Mons. Ángel Pérez, Obispo de Barbastro-Monzón.
El pueblo la Iglesia diocesana en Ávila correspondió a su nuevo obispo con un besamanos afectuoso, que duró aproximadamente una hora.