“Mirando hacia atrás, constato el bien que Dios hace en el pueblo al dejarnos guiar por Él”

“Mirando hacia atrás, constato el bien que Dios hace en el pueblo al dejarnos guiar por Él”

El sacerdote operario José Carlos Da Silva celebró el pasado 22 de octubre su 55.º cumpleaños y sus bodas de plata de sacerdocio. Una gracia que vive con auténtica pasión, como muestra en esta entrevista.

1.- ¿Qué significa celebrar los 25 años de sacerdocio?

Significa dar gracias a Dios por el sentido y el significado de la vida con Él. Sin Él, el vacío, la frustración, el fracaso, las desilusiones… serían insoportables. Dar gracias a Dios por la alegría de vivir en sus caminos.

2.- ¿Cómo surge tu vocación por el sacerdocio?

Hay muchos ingredientes en todo el proceso: familia, cultura, etapas de la vida, soledad, ejemplos de fe fuerte, personas que han sido ángeles en el camino hecho a lo largo de los años.

La fe familiar ha sido un elemento crucial; la condición de migrante viviendo al mismo tiempo varias culturas me llevó a una continua conversación con Dios, a una búsqueda de alguien que escucha sin condiciones.

Haber vivido en una parroquia de salesianos y haber estudiado en escuelas salesianas marcaron en mí el deseo de Dios. Participé en varias convivencias vocacionales con ellos, un poco por causa de mi hermano que deseaba ser sacerdote, pero nunca me decidí.

Fue el contacto con los operarios de San Félix (Venezuela) en un momento de crisis juvenil lo que me llevó a hacer la convivencia vocacional en el CEMS de Caracas, en 1985. Esa experiencia me abrió la mente y el corazón a experimentar este camino al sacerdocio.

El deseo de Dios y de Evangelio han sido importantes, y todavía hoy son los que me mantienen en esta vida.

3.- ¿Qué recuerdos tienes de la época en el Aspirantado?

Del CEMS recuerdo la vida en comunidad, la posibilidad de ser acompañado sin condiciones, de ser escuchado en las dudas (que eran muchísimas), el estudiar y profundizar la fe como una nueva forma de vivir.

Del Aspirantado de Salamanca recuerdo la acogida, el optimismo de los operarios, el respeto, la apertura de mente y de horizontes de los operarios que nos acompañaron.  También los estudios en la Pontificia de Salamanca y la apertura a una cultura abierta, interesada en aprender cada vez más.

Recuerdo con gusto la amistad en la fe con los compañeros, los aprendizajes en el IVMA, los trabajos pastorales de los veranos en las convivencias del Seminario de Toledo, en los Campamentos de Zaragoza, Toledo y Parque Móvil.

De los tres años de estudio en Roma, recuerdo la universalidad, el contacto con gente de Iglesia de todo el mundo que era posible realizar en la universidad.

4.- ¿Cómo fue el día de tu ordenación sacerdotal? ¿Fue emocionante que coincidiera con tu 30º cumpleaños?

El día de la ordenación fue interesante por varias cosas. El Obispo de Aveiro, con quien mantuve contacto en los tiempos de formación, sabía que yo estaría destinado a la misión en otros países. Siempre respetó esa opción.

En 1995 reunió a dos seminaristas destinados a la “misión ad gentes” con familias en la diócesis: un neocatecumenal y yo. Y propuso la ordenación para el DOMUND de 1995, el domingo 22 de octubre.

El hecho de coincidir con el día de cumpleaños fue una coincidencia/providencia más. A los dos nos hizo ilusión el hecho de que el obispo escogiera el día de las Misiones.

La ordenación fue un día de bendición con la presencia de la familia, los operarios venidos de España, y con la presencia de los operarios y los seminaristas con quienes había empezado la misión en el seminario de Évora en septiembre de ese año.

5.- ¿Qué ministerios has desempeñado en estos 25 años? ¿Cómo vives tu actual misión?

Llevo estos 25 años trabajando y viviendo en seminarios diocesanos: Évora (Portugal), Malanje (Angola), Palmas (Brasil), Huancayo (Perú), y ahora México en el Aspirantado Común. Solo estuve dos años y medio trabajando en una parroquia en Sao Paulo (Brasil).

La verdad es que agradezco todos estos años en la formación sacerdotal porque me ha exigido vivir, y ayudar a vivir, la vida del sacerdocio con alegría. Y siempre en la dimensión de una Iglesia extrovertida, con deseo de libertad misionera. Me ha exigido aprender de todos los operarios que me han acogido en equipo; de entusiasmar la vida del clero diocesano mirando más allá de las realidades vividas localmente, abriendo a nuevos horizontes y posibilidades; descubriendo siempre con más fuerza las semejanzas que unen, y superando las diferencias que separan.

El P. José Carlos Da Silva, en el centro de la imagen, junto a otros dos sacerdotes.

6.- Tu cumpleaños y tu ordenación coinciden ahora con la fiesta de San Juan Pablo II. Tu vinculación definitiva a la Hermandad fue un día de Mosén Sol. ¿Coincidencias o “Diosidencias”?

Es verdad, coincidencias/providencias como decía antes. La vida con Dios siempre suma/enriquece, nunca resta/quita/disminuye. Los miedos iniciales han ido desapareciendo con el tiempo y con los aprendizajes. Y con las experiencias vividas en equipo. Por eso, recordar el continuo desafío de Juan Pablo II a los jóvenes me hace ilusión: “No tengan miedo; Cristo lo da todo, no quita nada”.

7.- ¿Por qué sigues siendo sacerdote?

Por muchas razones, pero hoy me gustaría recordar el camino realizado junto con operarios y sacerdotes diocesanos con fe. Sin despreciar, sin dejar de lado, sin menosprecio, el hecho de haber encontrado tantos sacerdotes con fe verdadera, abierta, con deseo de Iglesia y de comunión, me han llevado a seguir este camino como don/regalo para el pueblo que tanto necesita de testimonios vivos.

8.- ¿Cómo ha evolucionado tu manera de vivir el sacerdocio?

Fundamentalmente ha evolucionado de una angustia personal por ser fiel a un agradecimiento por la misericordia constante que Dios ha ejercido en mí. No quiero ofender a Dios, pero incluso diría que Él ha sido alcahuete en tantos momentos, sin merecerlo yo de modo alguno, que ha practicado su misericordia en el pueblo aprovechándose de tantas fragilidades mías. Mirando hacia atrás, constato el bien que Dios hace en el pueblo al dejarnos guiar por Él.

9.- ¿Qué significa ser sacerdote operario?

La fraternidad, la posibilidad de vivir la amistad de la fe con hermanos en verdad y libertad, sin ataduras de dinero, cargo, bienes…

10.- ¿Cuál es tu experiencia de fraternidad?

El día a día con sacerdotes operarios y diocesanos, compartiendo todos los aspectos de la vida diaria. Especialmente en las misiones de más pobreza, y con más problemas, es donde se hace más intenso el compartir la fe, el animarnos unos a otros, el mirar los desafíos con ojos de Dios, con sentido de comunión, de gloria de Dios y no personal.

11.- Un mensaje para quien se pregunta por su vocación.

Pues repetiría nuevamente: “No tengan miedo; Cristo lo da todo, no quita nada”. Y lo digo a los jóvenes que se preguntan por su vocación venidera, y a los adultos y mayores cansados o decepcionados con Dios y con la vida.

12.- Una experiencia inolvidable.

La misión en Angola. El contraste que supuso con respecto a los años de misión en Europa, me hizo despertar, dejar de lado vanidades, presunciones, fórmulas mágicas, horizontes cortos. Me llevaron a la convicción de que el Evangelio tiene que ser vivido intensamente para poder ser anunciado. Sin duda alguna.

13.- Una anécdota graciosa.

Hay muchas, tantas. Siempre recuerdo los dichos de los compañeros operarios con quienes he vivido. Desde el tiempo de Venezuela hasta hoy. “Miseria y compañía”, de Antonio Merenciano; “Esto no lo arregla Jesús ni con sombrero de copa”, de Gregorio Adán Platel; y muchas más. Los teatros que hacían los seminaristas portugueses imitando a los formadores. El cambio de lenguaje siempre que cambiaba de país y llegar a decir barbaridades en alguna homilía.

14.- Pasaje bíblico favorito:

“En adelante, ya no los llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde ahora los llamaré amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí a mi Padre” (Jn 15,15). Es la base de mi relación en la fe con hermanos operarios, sacerdotes, seminaristas y pueblo de Dios.

15.- Un libro:

‘Relatos de un Peregrino Ruso’.

16.- Una película:

‘La vita è bella’.

17.- Un personaje:

Jonás, el de la Biblia, claro.