27 Mar «Los mártires nos invitan a cambiar nuestra vida», Misa de acción de gracias
El domingo 26 de marzo se celebró en la Parroquia del Beato Manuel Domingo y Sol de Majadahonda la Eucaristía de acción de gracias por la Beatificación de los operarios D. Agustín Sabater y D. Ángel Alonso, que tuvo lugar el día anterior en Almería.
Presidió la Eucaristía el Director general, D. Florencio Abajo Núñez, acompañado del Vicedirector general, D. Carlos Boulanger, del Secretario general, D. Carlos Comendador, del equipo de operarios de la Parroquia, de los operarios del Hogar Mosén Sol y de unos pocos venidos de Salamanca.
La celebración comenzó con la presentación de la vida de los dos beatos y una procesión con la reliquia del Beato Agustín Sabater. Un cirio encendido simbolizaba los restos de D. Ángel Alonso, dado que fueron calcinados y nunca pudieron ser reconocidos. Al terminar la misa, la reliquia de D. Agustín fue ofrecida para la veneración de los fieles mientras se distribuían las estampas de los dos beatos mártires.
Homilía
D. Florencio comenzó la homilía recordando el motivo de la celebración: “Esta Eucaristía que estamos celebrando en la Parroquia del Beato Manuel Domingo y Sol, quiere ser una acción de gracias a Dios por la Misericordia que ha tenido con estos dos Operarios y, a través de ellos, con toda la Hermandad y con cuantos formáis parte de nuestras vidas y ministerio”.
Resaltó de una manera particular el hecho del grupo de laicos mártires que también fueron beatificados en Almería: “insisto en esto para recordarnos a todos que el martirio y la santidad forman parte de la vocación de todos los creyentes, no solo de los curas”.
Seguidamente invitó a la asamblea a preguntarse ¿de dónde sacaron la fuerza, el valor, para preferir la muerte antes que renegar de su propia fe en Dios? Para D. Florencio razón está, en primer lugar, en que el Señor no abandona a los que llama y, en segundo lugar, confesó estar “convencido de que Agustín y Ángel y los demás mártires conocían a Jesús en profundidad, le amaban entrañablemente, con todo su corazón”.
El Director general recordó que los beatos son ofrecidos por la Iglesia como intercesores y modelos: “con el Señor, los santos cuidan de nosotros, están atentos a nuestros caminos, acompañan nuestras vidas. Son intercesores”. Como modelos, ellos nos enseñan a vivir como discípulos de Jesús: nos ayudan a revisar nuestra relación con Dios, nuestra relación con los demás y nos ayudan “a revisar el ritmo, el tono, con el que avanzamos en nuestro día a día, nuestra vida de esperanza”. En este sentido “los mártires nos invitan a cambiar nuestra vida, a convertir nuestro corazón para que se parezca al corazón misericordioso de nuestro Dios”
Concluyó la homilía haciendo una súplica por las vocaciones: “le pedimos a Dios que esta Beatificación sea germen de nuevas vocaciones. Que el testimonio de Ángel y Agustín, sacerdotes operarios mártires, nos ayude a los sacerdotes a vivir con renovada ilusión y generosidad nuestra entrega”.