Juan Carlos Galindo celebra sus bodas de plata sacerdotales

Juan Carlos Galindo celebra sus bodas de plata sacerdotales

25 años de sacerdocio repitiendo cada día “Señor mío y Dios mío”

 

Hace apenas unas semanas, el 20 de junio, Juan Carlos Galindo Tejero, sacerdote operario de 52 años, celebraba sus bodas de plata sacerdotales. Son 25 años de sacerdote sirviendo al Señor con disponibilidad para trabajar en las diversas tareas de la Hermandad.
Se entiende que esta fidelidad sólo ha sido posible repitiendo cada día como Santo Tomás “Señor mío y Dios mío”. Este fue el lema que eligió para el día de su ordenación sacerdotal en el Seminario de Zaragoza. Pero es mucho más: es el reflejo de un sacerdocio centrado solamente en Cristo.
Juan Carlos Galindo nos ofrece a continuación y sencillo testimonio.

¿Qué significa para ti celebrar 25 años de sacerdocio?
Una ocasión magnífica para dar gracias a Dios por todos los rostros que ante mí han desfilado en todo este tiempo. Hombres y mujeres que el Señor ha ido cruzando en mi camino y a los que, con mayor o menor acierto, siempre he intentado servir y amar siguiendo el mandato del evangelio.

¿Qué recuerdos te quedan de tu época del Aspirantado?
Años, sin duda, tan felices como duros. Una formación al estilo de la Hermandad, en la que la vida discurría por unos cauces de amistad sincera, estudio sostenido y una intensa vida de introducción a la oración y a la vida espiritual. Sin exigencias vacías de sentido ni concesiones a las modas del momento.

¿Cómo viviste el día de tu ordenación sacerdotal?
Fue planteado como una celebración extremadamente sencilla y como tal lo viví. Rodeado de mis seres queridos, tuve la oportunidad de vivirlo plenamente sin distracciones externas de ningún tipo.

¿Qué ministerio has desempeñado como operario durante estos 25 años?
En mis 28 años como operario, he pasado 25 trabajando en colegios y seminarios, y estos últimos en parroquias.

Durante estos 25 años ¿cómo ha evolucionado tu manera de vivir el sacerdocio?
Más que evolucionar, yo diría que se ha adaptado a cada uno de los destinos, sus circunstancias y sus exigencias.
Un pasaje bíblico: el que elegí como lema de mi ordenación: las palabras del apóstol Tomás en su encuentro con el Señor: “Dominus meus et Deus meus”.

Un libro: “Los tapices de la memoria” de I. Tellechea y cualquiera de san Juan de Ávila.

Un mensaje para quien se pregunta por su vocación: “Lánzate a volar. Ya te saldrán las alas” (A.J.P.P)