D. José San José, operario en el Sínodo: “Lo importante es que en todas las plataformas pastorales se fomente un espíritu sinodal”

D. José San José, operario en el Sínodo: “Lo importante es que en todas las plataformas pastorales se fomente un espíritu sinodal”

El sacerdote operario español D. José San José hace una valoración sobre su participación en el Sínodo y comparte algunas claves sobre la nueva fase sinodal.

El pasado mes de octubre concluyó la segunda fase del Sínodo de la Sinodalidad con la aprobación del documento final, acompañado de una nota del Papa Francisco.

El sacerdote operario José San José, catedrático de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca y decano de la misma, participó en la asamblea como experto canonista.

En esta entrevista, nos cuenta su experiencia desde dentro y nos presenta el horizonte del Sínodo, que pasa ahora por su implementación para lograr una Iglesia sinodal.

-¿Qué ambiente se ha respirado en los trabajos de la Asamblea?

El ambiente en los trabajos de la Asamblea Sinodal ha sido de diálogo y de escucha profunda. Todos los participantes se han esforzado por escuchar la gran diversidad de experiencias, que es reflejo de lo que la Iglesia misma es en sus diferentes culturas y tradiciones, lo que ha permitido tener una rica diversidad de perspectivas. Aunque en alguna determinada ocasión pudieron surgir tensiones o desacuerdos, siempre ha primado el respeto mutuo y la búsqueda común de soluciones. No olvidemos que se trataba de un encuentro de discernimiento espiritual y que cada sesión estaba marcada por momentos de oración y reflexión. Muchos de los participantes hemos sentido que estábamos contribuyendo a un proceso histórico que va a renovar la vida y misión de la Iglesia.

-¿El documento final es satisfactorio?

La satisfacción con el documento final de un sínodo depende de quién lo evalúe y de las expectativas previas que pudiera tener cada grupo o persona involucrada. Es posible que algunos grupos no se sientan representados plenamente, porque sus propuestas no fueron incluidas. Para algunos, los compromisos parecen insuficientes. Para otros, excesivos. No olvidemos que el Papa Francisco ha insistido en que el objetivo del proceso sinodal no era fundamentalmente producir un documento, sino generar un camino de comunión y discernimiento continuo. En este sentido, la satisfacción sobre el documento se ha de medir no solo por el contenido final, sino por el proceso mismo y su impacto a largo plazo.

«Muchos de los participantes hemos sentido que estábamos contribuyendo a un proceso histórico que va a renovar la vida y misión de la Iglesia».

-El pasado mes de noviembre ofreció una conferencia en la UPSA que tituló con un interrogante: ‘¿Y ahora qué?’. ¿Podría sintetizar cuáles son las claves de la actual fase de implementación del Sínodo?

En mi intervención señalé que el sínodo no es solo un evento, sino un proceso continuo. Ahora comienza la tercera etapa, que es la de la implementación de las conclusiones. Se espera que las conferencias episcopales, las diócesis, parroquias y comunidades estudien el documento final y desarrollen propuestas pastorales a nivel local. Lo importante es que en todas las plataformas pastorales se fomente un espíritu sinodal, es decir, de escucha, comunión y participación corresponsable en la misión.

-Ha participado en el Sínodo como experto en Derecho Canónico. ¿Qué aportan los canonistas al Sínodo?

La Comisión de Canonistas tiene un papel muy importante ya que su labor principal es analizar cómo el Derecho Canónico puede apoyar y facilitar el proceso sinodal en la Iglesia, proponiendo al juicio del Papa (de quien depende la aprobación de la normativa para toda la Iglesia) un marco jurídico sólido que permita que las reflexiones contenidas en el Documento final no solo queden en el plano teórico, sino que puedan implementarse en la vida concreta de la Iglesia. Su trabajo es esencial para garantizar que el espíritu sinodal se traduzca en estructuras y prácticas sostenibles y coherentes con la misión de la Iglesia constitutivamente sinodal.

-Usted también es sacerdote operario diocesano. ¿Qué rasgos de la espiritualidad de la Hermandad pueden ser más interesantes para el proceso sinodal?

Muchos son los aspectos que la espiritualidad vocacional y eucarística de la Hermandad puede aportar al camino sinodal. La espiritualidad vocacional reconoce que cada llamado es único, pero siempre orientado a la comunión. Cada vocación implica una llamada y una respuesta a la misión en la Iglesia y el mundo, de la que todos, en virtud del bautismo y en la complementariedad de las diversas vocaciones, somos corresponsables. En el camino sinodal, este rasgo invita a cada persona y a cada comunidad a descubrir su papel en la construcción del Reino de Dios. La vocación se nutre así mismo de la escucha atenta a Dios, a uno mismo y a los demás. Este aspecto está en el corazón de la sinodalidad, promoviendo espacios donde Dios tiene la primera y fundamental palabra y donde cada voz ha de ser escuchada, valorada, especialmente las de los marginados o vulnerables. La espiritualidad vocacional invita a una renovación constante del corazón. En el camino sinodal, esto se traduce en la disposición a cambiar actitudes, estructuras y prácticas que no favorecen la comunión y la misión. Es un camino de verdadera conversión. Y, finalmente, la Eucaristía tiene una importancia central en el camino sinodal, ya que es el punto de encuentro donde la Iglesia celebra y vive su comunión, misión y fidelidad al Evangelio; es el sacramento de la unidad en la diversidad, es un signo vivo de comunión en Cristo, alimenta la vida espiritual de todos los fieles, fortaleciendo su capacidad para discernir con humildad, sabiduría y generosidad.

«La Eucaristía tiene una importancia central en el camino sinodal, ya que es el punto de encuentro donde la Iglesia celebra y vive su comunión, misión y fidelidad al Evangelio».

-El documento final expresa que “la sinodalidad, en efecto, implica una profunda conciencia vocacional y misionera”. ¿Cómo se puede concienciar a cada católico de que está llamado a compartir sus dones vocacionales en una Iglesia sinodal?

Para concienciar a cada católico de la llamada a participar por el bautismo en la misión de la Iglesia, compartiendo sus dones vocacionales, es necesario un enfoque formativo integral que combine formación espiritual, doctrinal, acompañamiento y compromiso efectivo en la vida de la comunidad. Lo primero será ayudar a los fieles a entender que la sinodalidad no es solo una metodología, sino una forma de ser Iglesia basada en la comunión, la participación y la misión. En segundo lugar, reconocer el sacerdocio común de los fieles, subrayando que todos los bautizados, no solo los sacerdotes, están llamados a participar en la misión de la Iglesia, acompañando a cada católico para que descubra su vocación particular (ya sea laical, religiosa, matrimonial o sacerdotal) como un llamado a contribuir al bien común de la Iglesia. Finalmente, se trata también de crear espacios de participación y escucha activa, reuniones donde todos puedan compartir sus inquietudes, dones y perspectivas.

-En clave sinodal, ¿se podría decir que la pastoral vocacional es cosa de todos (de todos los bautizados)?

¡Absolutamente! En clave sinodal, la pastoral vocacional es responsabilidad de todos los bautizados, ya que cada miembro del Cuerpo de Cristo tiene un papel fundamental en el acompañamiento y discernimiento vocacional de los demás. Este enfoque se basa en el principio que ya he mencionado de la corresponsabilidad bautismal, que nos llama a participar activamente en la misión común de la Iglesia.

«En clave sinodal, la pastoral vocacional es responsabilidad de todos los bautizados, ya que cada miembro del Cuerpo de Cristo tiene un papel fundamental en el acompañamiento y discernimiento vocacional de los demás».

-La Asamblea pide una revisión de la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis. ¿Cómo aterriza la sinodalidad en los itinerarios de discernimiento y formación de los candidatos al sacerdocio?

Es un trabajo importante y que precisa de una reflexión profunda e interdisciplinar. Por eso el Papa ha creado un grupo de trabajo específicamente destinado a ello, capitaneado por el cardenal de Madrid. Desde mi humilde punto de vista, creo que debería incidirse sobre algunos aspectos no suficientemente explicitados en la Ratio y que tienen incidencia directa en la formación, digamos, “sinodal” de los futuros sacerdotes. El primero de ellos tiene que ver con el discernimiento vocacional en clave comunitaria, donde parece oportuna una mayor participación de la comunidad eclesial (no solo de los formadores del seminario) en el acompañamiento de los candidatos y en el discernimiento, evaluando su idoneidad y vocación. Un segundo aspecto sería el del “entrenamiento” de los seminaristas en la dinámica sinodal, creando espacios donde interactúen con las diversas realidades eclesiales y escuchen las necesidades del Pueblo de Dios como parte de su discernimiento. Y también una formación específicamente sinodal que subraya que el presbítero no solo es un líder en el sentido humano, sino un hermano que camina con los demás. Esto requiere una formación que incluya el desarrollo de habilidades relacionales y, muy insistentemente, reforzar la idea de que el ministerio sacerdotal no es un ejercicio de poder, sino un servicio humilde en colaboración con todos los bautizados. Ayudará para todo ello, sin duda, una inserción pastoral temprana y bien programada que ayude a los seminaristas a involucrarse activamente en parroquias, comunidades y movimientos, escuchando y sirviendo a personas de diferentes contextos. Finalmente, el discernimiento de la vocación del candidato debe involucrar a la comunidad formativa entera (formadores, compañeros seminaristas y responsables de la pastoral) y no solo a al reducido grupo de formadores.

«Debería incidirse sobre algunos aspectos no suficientemente explicitados en la Ratio y que tienen incidencia directa en la formación, digamos, “sinodal” de los futuros sacerdotes».

-Ha quedado abierta una de las cuestiones que más ha dado que hablar, el acceso de las mujeres al diaconado, invitando al discernimiento… ¿Dónde ha puesto más el acento el Sínodo en lo relacionado con el papel de la mujer en la Iglesia?

El Sínodo ha puesto un fuerte acento en reconocer y valorar el papel fundamental de las mujeres en la Iglesia, subrayando la necesidad de avanzar hacia una mayor participación, reconocimiento y corresponsabilidad en todos los niveles de la vida eclesial, aunque el tema del acceso de las mujeres al diaconado, como dices, sigue abierto y sujeto a discernimiento. El Papa ha encomendado este tema también a un grupo de trabajo. Realmente el diaconado permanente no es el camino para la participación de las mujeres en el gobierno y toma de decisiones en la Iglesia, pues los diáconos permanentes no tienen jurisdicción alguna por el hecho de serlo. Es el oficio que la Iglesia encomienda a una persona concreta el que da la capacidad de participar en las funciones de gobierno. Y ya hay medios más que suficientes para que las mujeres puedan ser incorporadas. Solo es necesaria la voluntad de los pastores en cada una de las Iglesias. En todo caso, el desafío más urgente es superar actitudes culturales y eclesiales discriminatorias hacia las mujeres, que a menudo limitan su participación plena.

-El documento final recoge la invitación a que los presbíteros tengan “un estilo auténticamente sinodal” y hace hincapié “en las dificultades que los pastores encuentran en su ministerio”. ¿Cree que entre los sacerdotes todavía hay fuertes resistencias a la corresponsabilidad con los laicos y otros miembros del Pueblo de Dios?

Sí, es evidente que entre algunos presbíteros y obispos todavía persisten resistencias a la corresponsabilidad con los laicos y otros miembros del Pueblo de Dios. Algunos han manifestado su posición contraria al camino sinodal incluso a través de las redes sociales. En muchos casos, la formación sacerdotal ha estado marcada por una visión clericalista que enfatiza el poder y el control del sacerdote sobre la comunidad, en lugar de un modelo de servicio y colaboración. Esto puede llevar a percibir la corresponsabilidad como una amenaza a la autoridad o como una pérdida de control. Pero creo que el problema mayor es el de la falta de formación sobre la sinodalidad, una concepción incompleta o deformada ideológicamente, que ha dejado de lado la formación sobre el papel de los laicos y la corresponsabilidad en la vida de la Iglesia, lo que ha generado desconocimiento o desconfianza hacia la participación activa de los laicos; o en no haber profundizado durante la formación en la teología conciliar del sensus fidei y del bautismo como fundamento común de la vocación cristiana.

-Ya estamos en pleno Jubileo 2025. ¿El proceso sinodal da razones para la esperanza?

Eso espero. El proceso sinodal no solo prepara a la Iglesia para celebrar el Jubileo 2025, sino que sienta las bases para una Iglesia más viva, fiel al Evangelio y en diálogo con la humanidad. Esto constituye una poderosa razón para la esperanza, tanto dentro como fuera de la comunidad cristiana.