Emilio Lavaniegos, consultor del Dicasterio para el Clero: “Percibo a los sacerdotes abiertos y deseosos de una adecuada formación permanente”

Emilio Lavaniegos, consultor del Dicasterio para el Clero: “Percibo a los sacerdotes abiertos y deseosos de una adecuada formación permanente”

El pasado 25 de noviembre, el Papa Francisco nombró al sacerdote operario diocesano Emilio Lavaniegos como consultor del Dicasterio para el Clero. Natural de Ciudad México, fue ordenado sacerdote el 11 de junio de 1988. Se formó en la Universidad Pontificia de México y en la Universidad Pontificia de Salamanca. Ejerció como rector del Aspirantado Mosén Sol de la Hermandad en su país de origen, donde también fue director espiritual en los Seminarios de Yucatán y de Campeche. Cuenta con experiencia como oficial de la Congregación para el Clero en la Santa Sede. En la actualidad, es el director de la Residencia Mosén Sol, en la provincia de Castellón-España. En esta entrevista, nos cuenta cómo asume este nuevo reto.

¿Cómo has recibido esta nueva llamada del Vaticano?

Con alegría y sencillez. El Papa Francisco es un ejemplo de las actitudes que conducen al servicio evangelizador y a caminar gozosamente con el pueblo de Dios. También me viene a la memoria una formulación de Don Manuel Domingo y Sol cuando se refiere a los objetos de la Hermandad: “Este objeto debe llenar a los operarios de gratitud y fidelidad al Señor, que los ha llamado a una obra de tanta trascendencia para su gloria y bien de la Iglesia (Estatutos, 8).

¿Qué misión desempeña un consultor del Dicasterio para el Clero?

El término “consultor” es muy abierto. Se trata de consultar situaciones, decisiones, casos, según se acuerden de ti los que trabajan en ello, que son los que efectivamente están cada día en el Dicasterio. Me sorprendió saber que nombraron 17 consultores y me parece interesante establecer una buena relación con ellos. A final de enero tendremos una reunión. Santa Teresa, hablando de la oración, sugiere que quien comience a hacerla, “se junte con otros que traten de lo mismo”. Es una oportunidad para hacerlo.

¿Qué crees que puedes aportar a esta misión?

Con el tiempo uno se va haciendo consciente de sus capacidades y también de sus límites, afirmando con toda naturalidad que estoy dispuesto a servir en lo que pueda. La perspectiva de una consulta es la de la complementariedad con la opinión de otros. Así se trata de ofrecer una humilde colaboración. Durante los años en que trabajé en ese dicasterio, he podido conocer a varios consultores de distintas especialidades. Los rasgos comunes que descubro en todos ellos son la humildad y prontitud para el servicio, como María. Estaban allí cuando se les llamaba y se retiraban cuando era conveniente, confiando siempre en el buen criterio de los demás.

¿Cómo fue tu anterior experiencia como oficial de la Congregación para el Clero en la Santa Sede?

Una experiencia de trabajo intenso, con un profundo sentido pastoral, que no todos llegan a percibir. En mi caso, fue un trabajo específico en el área de los seminarios, cosa que tiene mucho que ver con el carisma de la Hermandad. Como me ha sucedido en otros trabajos que he realizado, hacía la consideración de que estaba allí por ser operario y gracias a la Hermandad. También fue una experiencia fraterna con 30 sacerdotes de diversas nacionalidades, lenguas y culturas; por tanto, muy enriquecedora. Otro elemento de gran riqueza fue conocer con detalle el modo como se realiza la formación sacerdotal en diversos países y culturas.

¿Cuáles son las preocupaciones del Papa Francisco sobre el clero?

Cuando el Papa se dirige a los sacerdotes, suele exhortarles cariñosamente remitiendo al sentido común. Pienso que lo que más le preocupa es que sean personas sanas. Como buen jesuita, sabe que para el encuentro con Dios y el servicio apostólico es necesario que haya un “sujeto”. A él le preocupa que, como dice San Ignacio, “no se corrompa el sujeto”. Efectivamente, los valores sacerdotales se hacen reales en una personalidad y es deseable que esta base sea lo más sana posible: sin rigidez, sin estereotipos, sin personajes, sin artificios.

Habitualmente ofreces charlas para el clero. ¿Qué inquietudes tienen, a grandes rasgos, los sacerdotes en la actualidad?

Han sido todas experiencias muy positivas. Valoro el “enganche” o la “sintonía” que he podido conseguir con los sacerdotes de distintas edades. Me considero honrado al poder realizar este servicio de la mano de los responsables de su formación permanente. Disfruto los encuentros con ellos. Podría decir que les interesa la formación humana, pero no es menor su interés por la formación espiritual, pastoral o técnica. Desde esta experiencia que se va repitiendo, percibo a los sacerdotes abiertos y deseosos de una adecuada formación permanente.

¿Qué te aporta tu labor actual en la Residencia Mosén Sol de Alquerías para conocer mejor al clero?

Han pasado por la casa 33 sacerdotes. Puedo decir que es una experiencia de inmersión en la realidad sacerdotal. Terminas comprendiendo y queriendo a cada uno como es. En la oración de cada día, experimento una confirmación del Señor que me invita a dedicarme a este servicio fraterno con total entrega y asumiendo las renuncias que sean necesarias. Aprendo muchísimo con cada uno, con sus terapeutas y otros profesionales que los acompañan. Constato con alegría que la mayoría hace avances significativos en su vida y ministerio. Es indudablemente un camino vivo y apasionante de realización del carisma de la Hermandad.