
11 Jun Emmanuel Lwamba, sacerdote operario y mejor teólogo joven del año: “Jesús tendría redes sociales”
Emmanuel Lwamba es un joven sacerdote operario de 33 años natural de R.D. del Congo. Actualmente ejerce como rector del seminario Maison Don Manuel en Lubumbashi, capital del país africano. Y también es el teólogo joven del año. El pasado mes de febrero, fue reconocido con el VII Premio de Ensayo Teológico Joven PPC por su obra ‘Jesús en las redes sociales’. Hablamos con nuestro hermano para que nos hable en profundidad sobre su ensayo.
¿Tendría Jesús redes sociales si hubiese vivido su vida terrena en el tiempo actual?
Esta es una pregunta a la que no puedo contestar con certeza. Sin embargo, viendo cómo funciona el mundo, me atrevo a decir que Jesús tendría redes sociales. Me explico. Dado que al hombre moderno le gusta todo lo que llama la atención (el buzz), las redes sociales han hecho de la notoriedaduno de sus principales criterios. Con esta lógica, será siempre el ser humano quien le llamará la atención a Jesús, porque la lógica del mercado pone en primer lugar el interés económico.
Como buen pastor, Jesús irá incluso en las redes sociales a buscar a sus ovejas, por quienes ha dado la vida. Jesús estaría en las redes sociales para compartir las alegrías y fatigas del hombre digital, conservando las alegrías y curando las fatigas. Por eso, su presencia en las redes sociales iniciará siempre desde la realidad offline que es la vida misma. Con razón, su presencia en las redes sociales no será absoluta –fulltime– porque a Jesús le interesa el contacto directo con sus discípulos y no un contacto mediado por la pantalla. Con rigor, su presencia será una presencia ausente que seguirá una finalidad clara: «anunciar a los pobres la Buena Nueva, proclamar la liberación a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (cf. Lc 4,18-19).
¿Y tendría muchos seguidores?
¡Claro que sí! Jesús tendría muchos seguidores, tanto fanáticos como detractores. La razón es simple: al hombre moderno le gusta todo lo que llama la atención, y la vida de Jesús llama la atención. ¡Ojo! El término seguidor no se ha de entender como sinónimo de discípulo. El seguidor, desde la lógica de las redes sociales, es aquel que sigue a una persona, por lo regular a una celebridad, sin necesidad de vincularse con ella. La celebridad activa en el seguidor un proceso de proyección e identificación sobre todo porque encarna una vida lograda. El discípulo, sin embargo, es aquel que ha sido llamado para estar con Jesús, el único maestro. Estando con él, el discípulo aprende su doctrina, encarna su estilo de vida del maestro y comparte su destino. Muchos podrían ser seguidores, pero no todos los seguidores serían discípulos.
¿Qué te llevó a plantearte la figura de Jesús como la de un influencer?
En el origen hubo un acercamiento terminológico. Me acuerdo de que fue un 6 de enero, mientras leía el Evangelio del día (Mt 2, 1-12): el relato de los reyes magos. El texto dice que los reyes magos vieron una estrella y se pusieron a seguirla. Viendo las redes sociales como Instagram, Twitter (X), Tiktok, etc., me di cuenta de que la lógica era la misma: ver una estrella (celebridad, star) con posibilidad de seguirla. Esta analogía es la que me permitió reflexionar sobre Jesús, la estrella, el influencer que hoy necesitan los jóvenes. Jóvenes según la definición dada por el Papa Francisco en la Christus vivit: «Aquel que está atraído por el infinito» (ChV 160).

Has abordado esta cuestión desde una perspectiva muy interesante, desde la purificación del deseo. ¿Tiene Jesús más competencia que nunca para encontrar correspondencia en los jóvenes?
Jesús ha tenido siempre esta competencia de correspondencia. Lo que pasa es que la cultura del hic et nunc, es decir, la cultura consumista, hedonista y del descarte agota el deseo al bombardearlo con cosas de todo tipo. Por eso, es importante purificar el deseo de lo que le estorba.
La palabra deseo tiene una etimología curiosa. Deseo, desidus, desideris, significa ausencia de estrella. Se entiende porque las personas más seguidas en las redes sociales son las estrellas, las celebridades. Cada uno busca lo que echa en falta. Los jóvenes que están buscando modelos de vida encuentran respuesta a sus necesidades en las celebridades. Por eso, es importante purificar sus deseos para reconocer en Jesús el único que sacia sus deseos profundos.
Reconocer a Jesús como aquel que sacia nuestros deseos profundos pasa por cuatro etapas: el redescubrimiento del límite; el autoconocimiento o autoconciencia; el enfrentamiento de los propios miedos (el miedo a Dios, a la llamada, al claroscuro y a la cruz); y la perseverancia, es decir, no ceder ante las dos grandes tentaciones del deseo (o bien satisfacer todos los deseos-necesidades y vivir la vida loca, o bien reprimir todos los deseos). Desafortunadamente muchos jóvenes piensan que ser católico es perder el derecho de satisfacer los propios deseos.
El mensaje de Jesús resulta atractivo por su autenticidad y por su fuerza, pero también es exigente… ¿Qué tiene en común Jesús con quienes tienen más seguidores en las redes sociales? ¿Y cuáles serían las principales diferencias?
Hay más diferencias que puntos en común entre Jesús y los que tienen muchos seguidores en las redes sociales. El único punto en común es el hecho de que tanto Jesús como ellos son seguidos. Al decirlo, tengo que subrayar de inmediato que en la sequela christi (seguimiento de Jesús) es Jesús quien toma la iniciativa. Cosa que no pasa en la sequela stellarum (seguimiento de celebridades). Es así exactamente porque el mensaje de Jesús es atractivo, auténtico y exigente.
El seguimiento digital o de las celebridades sigue la lógica del mercado, buscando alta visibilidad, mínimo compromiso para quienes hacen vídeos y para quienes los ven, respuestas inmediatas y breves (me gusta, visualizaciones y comentarios), experiencias mediadas por pantallas en la que nadie se arriesga, pero se busca a sí mismo. Seguir a Jesús, sin embargo, requiere un camino progresivo y largo en el tiempo y no inmediato, busca la profundidad de la relación y no sigue la lógica de los números. Por eso, seguir a Jesús requiere tomar decisiones personales en las que uno se compromete convirtiendo la propia vida, negándose a sí mismo y aceptando la cruz. La sequela Christi está encaminada a la misión, es decir, al servicio de los demás (llamados y enviados). No busca visibilidad ni ponerse en lo más alto, a diferencia de los rankings y la lógica de los anuncios publicitarios.
Si Jesús es visto como un ‘influencer’, su agencia de marketing sería la Iglesia Católica. ¿Qué estrategias se pueden implementar desde la Pastoral Juvenil para que el número de sus seguidores crezcan?
Nosotros, los Operarios, hablamos de la cultura vocacional porque toda pastoral juvenil es vocacional. A este concepto de cultura vocacional me gustaría agregar un aspecto discipular. Se me hace que hoy día tenemos que ser conscientes de nuestra identidad de discípulos de Jesús. Durante la llamada cristiandad o cristianismo sociológico, no se tenía la necesidad de remarcar esta nuestra identidad discipular porque no se podía ser otra cosa que cristiano y la catequesis se daba en todos lados (la casa, la parroquia, el barrio, la escuela, etc.). Actualmente las cosas no funcionan así. Está naciendo o ya ha nacido un cristianismo de adhesión, que no es la muerte del cristianismo, sino un tiempo de gracia. Por eso, pienso que los lugares de experiencia humana como la parroquia y la escuela no han de asumir solo un papel meramente formal, respectivamente los sacramentos y las clases, sino organizar actividades de ocio para la vocación y el compromiso, y frenar la cultura de la desvinculación personal, pero necesitada del desconocido, que es terreno de cultivo del aislamiento digital.
También sus seguidores actuales tenemos que algo que decir. ¿Algún consejo para evangelizar en las redes sociales?
Para evangelizar en las redes sociales, pienso que es necesario tener en cuenta dos factores: el que evangeliza y la lógica propia de las redes sociales. De parte del evangelizador o del misionero digital, le toca adaptarse al lenguaje digital, es decir al modo de publicar. Ha de tener en cuenta la brevedad y calidad de los contenidos: vídeos y textos, cuyo centro ha de ser la palabra de Dios, la explicación de la doctrina católica y el mensaje de esperanza. Por ejemplo, los buenos y breves comentarios del Evangelio, las respuestas a los interrogantes profundos del hombre moderno, serán siempre valorados.
De acuerdo con la lógica de las redes sociales, se ha de saber que todo lo que se publica en las redes sociales no es visto por todo el mundo. Lo que pasa es que al crear una cuenta, se le pide al «futuro» usuario que ponga sus datos y gustos, que dé «libremente» informaciones suyas. Con estas informaciones proporcionadas (llamadas data), le ponen en una comunidad de gente que tiene los mismos intereses que él. Si un joven, al inscribirse, está puesto en la comunidad de deporte, reggaetón y Fórmula 1, no verá las publicaciones del misionero digital.
Por eso, la realidad virtual tiene que ser la que ayuda a mejorar y prolongar la experiencia vivida offline y considerada válida. Se puede sugerir a los jóvenes que den like a la página del misionero digital o de la parroquia para que puedan ver los contenidos publicados. A pesar de todo, las páginas religiosas (de los misioneros digitales) deben existir y tener informaciones para que sirvan de primer contacto con aquellos que buscan al Señor sea por curiosidad o porque tienen alguna inquietud.

¿Cómo has recibido la noticia de haber ganado el VII Premio de Ensayo Teológico Joven PPC?
Quizás sea la pregunta más difícil que me has hecho porque tengo que hablar de emociones. Meses después de que enviara mi manuscrito, me enviaron un correo que decía: «Buenos días Emmanuel, necesitamos urgentemente comunicarnos contigo. ¿A qué teléfono podemos llamarte?» Fue mucho suspenso. Contesté, enviando mi número. Hubo silencio hasta que me llamaron por whatsapp el día siguiente para anunciarme que había ganado. Pues, no me lo esperaba y no lo podía creer. Se mezclaron los sentimientos: sorpresa, gozo, asombro, duda, agradecimiento, etc. Me emocioné mucho. Fue una gran noticia. Participé como todos los concursantes sin saber si iba a ganar o no. Es una alegría de que se valore el esfuerzo hecho. Por así decirlo, este fue el primer anuncio. No sabía que el premio del mejor teólogo joven tenía un gran impacto. Me di cuenta de ello, cuando se publicó la noticia en Vida Nueva. Era volver a vivir los sentimientos ya descritos. Recibí las felicitaciones de todos lados. Este premio me ha recordado la frase que puse para mi ordenación sacerdotal: «Es el Señor» Jn 21, 7.
¡Gracias y enhorabuena, Emmanuel!
¡Gracias de corazón, Manu!