El sacerdote Jesús Delgado Vílchez realiza su vinculación a la Hermandad

El sacerdote Jesús Delgado Vílchez realiza su vinculación a la Hermandad

“Ser sacerdote es AMAR a todos con un amor diferente, que no te pertenece”

D. Jesús Delgado Vílchez, sacerdote de la diócesis de Jaén, ha realizado su vinculación temporal a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos el pasado 11 de febrero. El acto tuvo lugar en el Seminario San Carlos y San Ambrosio de La Habana (Cuba) ante el rector, D. Mariano Herrera, delegado del Director general para la ocasión.

El nuevo operario fue ordenado sacerdote en 2009 Jesús y conoció a la Hermandad cuatro años más tarde durante sus estudios de Licenciatura en Salamanca. Después de un tiempo de discernimiento y con el permiso de su Obispo inició en diciembre de 2017 la etapa de Probación. Durante el curso 2017-2018 fue formador en el Seminario Santa Rosa de Lima en Caracas (Venezuela). En la actualidad es vicerrector del Seminario de La Habana.

Lo primero que llama la atención a quien se acerca a Jesús Delgado es su alegría andaluza y su sonrisa. Son su tarjeta de visita que no le abre puertas, sino los corazones de la gente, de mucha gente. Le hemos pedido que nos responda a una serie de preguntas para conocer mejor su historia vocacional.

¿Quién es Jesús Delgado? Un hombre de 36 años, sacerdote de la diócesis de Jaén, natural de Jódar, de una familia cristiana.

¿Qué dices de ti mismo? Que soy feliz, a pesar de todos mis pecados, de todos mis errores y de no querer ser cura (sólo lo soy porque Dios se empeñó y se sigue empeñando). Soy FELIZ.

¿Cómo surge tu inquietud por ser sacerdote? En la Vigilia de la Inmaculada de 2001, en una oración vocacional por los diáconos que se ordenaban al día siguiente. De allí salí diciendo: “esto es una encerrona del cura que me quiere meter a cura”. Pero allí nos encontrábamos más de 600 jóvenes y si todos hubiéramos sentido lo mismo (que nos habían llevado a todos para que nos hiciéramos curas”), entonces no habría problemas de faltas de vocaciones. Y ahí comencé propiamente mi discernimiento vocacional, que terminó el jueves antes de Pentecostés del año siguiente con la decisión clara de entrar en el Seminario. No era lo que yo quería, pero sí veía que era lo que Dios quería de mí.

¿Qué fue lo que te movió a dar el paso para entrar en el seminario? Descubrir y experimentar el amor que Dios me tiene y la seguridad que eso era lo que Él me pedía en esos momentos.

¿Cómo asimiló tu familia tu vocación? Al principio mal, pero es parte de la prueba dentro de la vocación. Después, cada vez mejor.

¿Qué significa para ti ser sacerdote? Darse, entregarse a Dios y a los hombres, sabiéndose cuidar uno también a uno mismo. En definitiva, ser sacerdote es AMAR a todos con un amor diferente, que no te pertenece.

¿Y ser sacerdote operario? Fraternidad y libertad. Ser antes que hacer. La Hermandad me ha permitido vivir más fuertemente la fraternidad no basada en amiguismos ni en grupos sino en aceptarse mutuamente y amarse como hermanos por el simple hecho del sacramento del orden (y anteriormente del bautismo). Libertad, porque, aunque los dos años pastorales que llevo con la Hermandad han sido dedicados en los Seminarios (Caracas y La Habana), desde ellos he podido colaborar en otros muchos campos que me ha permitido tener una visión más amplia de las iglesias particulares donde he servido y estoy sirviendo.

¿Cómo ha sido tu experiencia de fraternidad sacerdotal durante tu etapa de probación? Fantástica, aunque eso no quiere decir que haya sido fácil. Tener hermanos que te corrigen a la cara, con los que tienes tus diferencias, pero puedes seguir compartiendo sin problemas, con quienes compartes los buenos y los malos momentos, con los que rezas juntos. La experiencia con mi primer equipo, Diego y Carlos, y la delegación de Venezuela, fue maravillosa, aunque ninguno seamos perfectos. Me he sentido querido, aceptado, respetado y ayudado. Y yo creo que también ellos por mí, por el cariño que me han manifestado. Ahora, con Mariano y con los operarios de Santiago de Cuba, también siento esa misma sintonía de fraternidad y libertad. Aprendiendo mucho de ellos y aportando mi granito de arena.

D. Jesús Delgado con algunos seminaristas de Caracas

¿Cómo ha sido tu ministerio en los seminarios de Caracas y La Habana? Complicadao. Primero, porque uno tiene que cambiar la concepción de la parroquia y el estilo de vida parroquial, y eso a veces, cuesta. Pero, muy buena, porque te posibilita otras cosas: estudiar más, prepararte para formar a los muchachos y de esa manera completar tu formación (que siempre es deficiente), tener un grupo fuerte donde compartir casi todas las oraciones de la liturgia de las horas. A parte de eso, como sucede con cada cambio, tienes que ganarte a la gente, quererla para que tu palabra tenga un peso en su vida. Nunca es uno aceptado por todos de la misma manera, pero cuando uno actúa intentado hacer lo que crees que Dios te pide, tienes la conciencia muy tranquila. Een la formación si realmente se quiere a los muchachos se le tienen que decir cosas que no quieren escuchar, como un día me las dijeron a mí. Aquello que más dolor te causa, tal vez sea aquello que más verdad tiene detrás y que más te puede ayudar a crecer como cristiano.

¿Qué es lo que más te gusta cómo formador? Primero, la exigencia que supone para uno mismo. De ser mejor modelo sacerdotal, de entregarte más a Dios. Segundo, la posibilidad de ayudar a jóvenes con los mismos problemas que un día tu tuviste y de los que ahora te ríes. Tercero, porque como decía Mosén Sol: aquí está la llave de la cosecha. Los frutos de su sacerdocio nunca uno los verá, pero tienes la seguridad que tu influencia puede ser mucha en ellos (tanto positiva como negativa). A través de ellos tu ser sacerdotal y tu preocupación y cariño por la gente llegará a muchos indirectamente. Y lo que es más importante, ellos llevarán a muchos la buena noticia de Jesús y su salvación.

Algún mensaje para los que se cuestionan su camino vocacional…

Confía en Dios.

Un pasaje bíblico.

Getsemaní. Mi lema sacerdotal es “Padre que pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Puesto que ni quería ni quiero ser sacerdote, pero lo acepto porque esto es lo que me pide Dios.

Un libro.

El Padre Elías. Un apocalipsis. De O`Brien.

Una película.

Los Miserables.

Un personaje.

Jesús de Nazaret.