D. Agustín Sabater y D. Ángel Alonso, beatos mártires

D. Agustín Sabater y D. Ángel Alonso, beatos mártires

Desde el día de ayer, la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos cuenta con dos mártires más que han sido reconocidos beatos por la Iglesia. En total son veintiséis. No cabe duda de que es un gozo y una alegría para todos los operarios, colaboradores, familiares y amigos.

Este gozo y alegría lo vivieron de una manera muy intensa el grupo de dieciocho operarios que se desplazaron a Almería. Ellos eran el corazón de toda la Hermandad diseminada en 15 países trabajando por las vocaciones y el sacerdocio.

La multitudinaria ceremonia de Beatificación tuvo lugar en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Aguadulce, en Roquetas de Mar. Presidió la Eucaristía el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos y Legado Pontificio para la Beatificación, acompañado del obispo de Almería y el arzobispo de Granada, Adolfo González y Francisco Javier Martínez, respectivamente, como concelebrantes principales.

Después de los ritos iniciales de la misa, comenzó el Rito de la Beatificación. Mons. Adolfo González, acompañado del Postulador, D. Santiago Luis de Vega, se dirigió al representante del santo padre para suplicar al papa Francisco que inscribiera el nombre de estos mártires en el número de los beatos, cuya memoria conmemora y honra la Iglesia. Describiendo el origen de los mártires, el Sr, Obispo hizo referencia a los operarios: “Otros 2 pertenecían al Instituto secular de Sacerdotes Operarios, formadores de nuestros Seminario Conciliar y procedentes de clero de Salamanca y Tortosa”. Y, hablando de los sacerdotes, señaló que “los sacerdotes, identificados con él, prefirieron unir su sacrificio al de Cristo crucificado, sacerdote y víctima, y no dudaron en aceptar la muerte antes que abandonar el ministerio sacerdotal”.

Seguidamente el cardenal Angelo Amato dio lectura en latín a la carta de apostólica en la que Su Santidad inscribe en el libro de los beatos a los 115 venerables siervos de Dios que dieron la vida en la defensa de la fe. Acto seguido se descubrió el tapiz con la imagen de los nuevos beatos mientras se cantaba el Gloria y el pueblo de Dios aplaudía con gozo, emoción y agradecimiento.

A continuación, se veneraron las reliquias de los mártires. Mientras sonaba el himno a los mártires de Almería, siete religiosas portando velas y siete familiares de los nuevos beatos llevando palmas, como signo de martirio, fueron los encargados de abrir la procesión del relicario que fue instalado en el presbiterio.

En su homilía el cardenal Amato definió la guerra civil española como un periodo doloroso en el que miles de personas murieron marcados sólo porque eran católicos en una tierra de santos, teólogos, misioneros y fundadores de grandes órdenes.

Tras enumerar los lugares martiriales en los que fueron asesinados, como de estaciones de un Vía Crucis de pasión, y citar el Barranco del Chisme, el Pozo de la Lagarta o los cementerios de Berja (Almería) y el de la capital almeriense… citó especialmente a cuatro de los nuevos beatos: José Álvarez-Benavides y de la Torre, deán de la Catedral de Almería que murió fusilado por no renegar de su fe; Luis Belda y Soriano de Montoya, laico miembro de la Asociación Católica de Propagandistas; Emilia Fernández «La Canastera de Tíjola», la primera beata gitana que murió por no querer revelar el nombre de quién le enseñó a rezar el rosario, y Carmen Godoy Calvache, de la Acción Católica, violada y golpeada antes de ser ahogada en el puerto.

Al terminar la Eucaristía, el obispo de Almería, Mons. Adolfo González, agradeció a todos los presentes y a cuantos participaron en la preparación por el éxito de la celebración. Los aplausos se hicieron sentir de manera particular cuando citó al grupo de peregrinos gitanos invitados por el de Departamento para la Pastoral Gitana de la Comisión Episcopal de Migraciones.

Los medios locales estiman en unos 6000 la presencia de fieles, muchos de los cuales eran familiares de los nuevos beatos y paisanos. Participó también el Nuncio Apostólico, Mons. Renzo Fratini , 21 obispos y unos 200 sacerdotes venidos además de Almería, de las diócesis de Guadix y Granada.

Conviene destacar que el altar mayor estuvo presidido por la imagen del Santísimo Cristo del Amor, una talla del almeriense Jesús de Perceval, y la imagen de la patrona de Almería, la Virgen del Mar. Excelente la actuación de la Orquesta y Coro Musicalma de Linares (Jaén), que junto a la Escolanía de la Catedral de Jaén interpretaron los cantos de la celebración.

Al terminar la Eucaristía, los Operarios compartieron la mesa con especial emoción y alegría con los familiares del Beato Ángel Alonso Ecribano.