«Se sacrificaba por nuestro bien»

Beato Amadeo Monje Altes

«Se sacrificaba por nuestro bien»

Mártir a los 30 años

 

La Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos celebra el próximo 25 de octubre la fiesta de los Beatos Pedro Ruiz de los Paños, Joaquín Jovaní y compañeros, sacerdotes y mártires. En el contexto del Sínodo que se está celebrando en Roma sobre «Jóvenes, fe y discernimiento vocacional», queremos resaltar de manera particular los operarios que fueron martirizados siendo aún jóvenes. Son pues jóvenes, operarios y mártires.

El beato Amadeo Monje Altés nació en Batea, diócesis de Tortosa, el 10 de abril de 1906. Estudió en el Seminario de Tortosa como alumno del Colegio de San José. El 12 de agosto de 1929 ingresó en la Hermandad y el 26 de junio del año siguiente fue ordenado sacerdote. Durante seis años desempeñó el cargo de prefecto en el Seminario de Burgos y uno en el de Barcelona, encargado de la sección de filósofos. En el mes de junio de 1936 marchó a su pueblo natal con el fin de descansar en vacaciones. Allí le sorprendió la persecución. Después de permanecer escondido durante algunos días, se entregó el 15 de agosto, para evitar que su hermano sufriera algún daño.

Fue martirizado al día siguiente en la carretera a Gandesa. Tenía entonces 30 años, y seis de sacerdote. Fue beatificado el 13 de noviembre de 2013.

Un alumno suyo afirmó en el proceso: «Cumplió sus oficios con perfección. Fue un buen superior que se sacrificaba por nuestro bien». También dijeron del beato Amadeo Monje: «El espíritu de servicio, con aquello que supone de humildad y de abnegación, fue la característica del siervo de Dios. Muchas veces lo vi servir en el refectorio y con la escoba en la mano, a pesar de estar ya ordenado».

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