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BEATO MANUEL DOMINGO Y SOL
Su vida entera fue una pasión
ardiente por el sacerdocio
MANUEL DOMINGO Y SOL murió el 25 de enero de 1909 y el 29 de marzo de 1987 fue declarado Beato por Juan Pablo II. ¿Cuál fue el camino que se recorrió durante estos 68 años?
«No sólo debemos orar en los momentos dedicados especialmente a ello, sino que también debemos estar en tal disposición delante de Dios, que todas nuestras acciones sirvan como una oración continuada».
«Cuando las persecuciones nos persigan y las dudas nos aflijan, una visita silenciosa al tabernáculo, aunque nos parezca no tener fe y estar en tinieblas, nos devolverá la alegría y la paz».
«Grande es nuestra Obra: ser sacerdotes santos y en medio del mundo es un milagro. Y este milagro no se hará sin combates, tentaciones, penas, contradicciones, desmayos, temores...».
«El mayor bien que puede un hombre alcanzar es hacerse semejante a Jesús y adquirir esa familiaridad íntima con él, que forma la base de la verdadera felicidad».
«El escapulario es mi escudo, mi defensa, me esperanza, porque representa el amor, la protección y las promesas de mi Madre»