Elqui Martín: «Ser sacerdote es ver con los ojos de Dios y sentir con el Corazón de Jesús»

Elqui Martín: «Ser sacerdote es ver con los ojos de Dios y sentir con el Corazón de Jesús»

Testimonio de Elqui Martín Vera antes de su ordenación sacerdotal

 

La Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos está de fiesta. El próximo día 8 de septiembre el operario Elqui Martín Vera Tadeo, de 28 años, será ordenado sacerdote . Le hemos pedido que comparta su testimonio vocacional porque es bueno conocer cómo Dios se las ingenia para guiar por donde quiere a quien llama. Su vocación comienza en su familia cristiana aunque tardará algunos años en decidirse ir al seminario. Perú, México, Argentina son realidades eclesiales que han configurado su vocación sacerdotal en la Hermandad. Así lo indica la larga lista de personas a las que se siente agradecido por haberle acompañado en su camino.

Elqui Martín se define como un joven enamorado de la persona de Jesús. Lo confiesa con sinceridad porque su respuesta a su llamada es la de una persona que ha experimentado el Amor de Jesús. No deja de ser llamativo que siempre escriba «Amor» con mayúsculas. Su testimonio es una invitación a la esperanza y a la acción de gracias.

 

¿Quién es Elqui Martín?

Elqui Martín es un joven enamorado de la persona de Jesús y de su estilo de vida; que busca sentirse amado por Él y amarle a Él, para amar a los demás a través de Él. En este sentido me sincero y reconozco de corazón que el Señor es la Verdad fundante de mi vida; que no puedo expresar totalmente quién soy sin hacer referencia a Él. Porque contemplando a la persona de Jesús me doy cuenta quién realmente soy y quién estoy llamado a ser.

 

¿Cómo surge tu inquietud por ser sacerdote?

He nacido en un hogar cristiano católico. Mi mamá Doris fue quién me educó en la fe, siempre enseñándome los valores cristianos: amar a Dios sobre todas las cosas y a mi prójimo como a mí mismo. Puedo decir que a la edad de los 15 años, me daba cuenta de las cosas que al Señor le agradaban y a las que no, y trataba de vivir conforme al mandamiento del amor.

Estudié la secundaria en Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo de Trujillo, donde todos los domingos se celebraba la Eucaristía. Recuerdo que un domingo de abril por el año 2004 me tocó leer la segunda lectura de la misa. Cuando me puse a prepararla se me quedaron grabadas estas frases de la Primera Carta de San Pedro (2, 4 – 9): «ustedes formaran un sacerdocio santo», «son linaje escogido, sacerdocio real, son una nación consagrada para proclamar las maravillas de Aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable». Estas frases marcaron mi vida. Fue una gracia que el Señor me concedió: A partir de ahí me hice la pregunta: «¿Señor me estás llamando?«. Y comencé a ser más sensible a la voz del Señor.

Iba también descubriendo otros signos en los cuáles yo percibía que el Señor me trataba de decir algo. Por ejemplo, lo que sentí en el retiro de preparación para recibir el sacramento de la Confirmación. Durante la confesión el sacerdote me dijo: “¿Te puedo hacer una pregunta? ¿Tú tienes vocación verdad?”. Recuerdo que fue uno de los días más felices de mi vida, porque lloré de alegría al haber experimentado el amor del Señor. Me estaba encontrando con Él. Y es así comenzó mi inquietud por el sacerdocio.

Elqui Martín Vera proclamando el Evangelio en el Seminario de Carabayllo

¿Qué fue lo que te movió a dar el paso definitivo para entrar en el seminario?

Estaba estudiando en la Universidad el cuarto ciclo de Administración. Era marzo del 2008. Las clases eran muy interesantes, estaba a gusto; pero aun así me sentía vacío. Y comencé a reflexionar. Me daba cuenta de que la carrera no me llenaba, no me satisfacía; y fui a hablar con mi párroco, el sacerdote con el que me confesé aquella vez. Le conté lo que estaba sintiendo y mi invitó a ser catequista de Primera Comunión y a empezar un discernimiento más profundo para considerar la opción de entrar al Seminario.

Participando activamente en la Parroquia mi vida cambió. Le comencé a dedicar más tiempo a la Parroquia; casi casi vivía allí. Por tanto, iba haciendo un camino, y me daba cuenta de que era más feliz estando en la Parroquia y trabajando para el Señor en la construcción de su Reino. Al final de ese año 2008 decidí interrumpir mis estudio e ingresar al Seminario.

 

¿Cómo asimiló tu familia tu vocación?

Fue un proceso duro, porque no me comprendían. A veces me sentía solo porque no tenía apoyo. De mi parte trataba de entender a mi familia, de manera especial a mi mamá porque no aceptaba la idea de que yo me fuera de la casa. Además a mi hermano mayor, que de Dios goce, le detectaron ese año insuficiencia renal, enfermedad que golpeó muy duro a la familia pues supuso un gran cambio. Yo tenía que estar más pendiente de mi hermano y acompañarle en todo este proceso.

Mi hermano mayor muere el 3 de noviembre de 2009. Y dentro de todo el momento de dolor, puedo decir que soy testigo en carne propia de la misericordia del Señor. Mi hermano, en su agonía, recibe la indulgencia plenaria y va a la casa del Padre en una fecha muy especial, en la fiesta de San Martín de Porres, Santo del cual mi familia es devota, especialmente mi madre, de tal modo que me pusieron el nombre de Martín en su honor.

Ya en el Seminario, mi mamá me veía feliz. Mis padres venían a visitarme al Seminario y conversaban con los otros seminaristas, con mis formadores. Siempre hubo una gran confianza entre el equipo formador y mi familia.

Y hoy cuando estoy a punto de recibir el Sacramento del Orden, mi familia está muy feliz, y todos se sienten dichosos de tener un sacerdote entre ellos. En este sentido, toda mi familia, me apoya y comparte mi alegría.

 

¿Qué personas te han ayudado en tu proceso vocacional?

Quiero resaltar a algunas personas, especialmente sacerdotes que me han ayudado con su testimonio, su acompañamiento hacia mi persona, su paciencia, sus enseñanzas, con sus conversaciones muy gratas y amenas.

– El P. Marcoantonio Pacherres Torrejón (Sacerdote de la Arquidiócesis de Trujillo, Perú). Fue mi formador en toda la etapa filosófica.
– El P. Eusebio Pascual Cabrero (Sacerdote Operario Diocesano). Fue mi Director Espiritual en toda la etapa Filosófica.
– El P. Luis Diego Casares (Sacerdote Operario Diocesano). Fue el Sacerdote Operario que con su estilo muy juvenil y su fraternidad me llamó mucho la atención para entrar a la Hermandad.
– El P. José Luis Ferré Martí (Sacerdote Operario Diocesano). Fue mi director de Tesis en el Bachillerato Teológico en México.
– El P. Cristian Eduardo Mier Núñez (Sacerdote Operario Diocesano). Fue mi director espiritual en la etapa teológica.
– El P. Jesús Rico García (Sacerdote Operario Diocesano). Fue mi retor en el Aspirantado de la Hermandad en México. Con el compartí charlas muy cordiales, sinceras, enseñanzas profundas y un acompañamiento cercano, de amigo a amigo.
– El P. Ramón García Reynoso (Sacerdote de la Diócesis de Torreón, México). Fue mi profesor de Teología Espiritual en la Universidad Pontificia de México.
– El P. Jorge Blunda (Sacerdote de la Arquidiócesis de Tucumán, Argentina). Fue mi director espiritual en los primeros meses de mi estancia en Tucumán, luego tuvo que irse a enseñar a Salamanca.
– Mons. Carlos Sánchez (Arzobispo de Tucumán, Argentina). Fue mi director espiritual antes que fuera designado por el Papa Francisco como Arzobispo de Tucumán.
– El P. Santiago Bohígues Fernándes (Sacerdote de la Diócesis de Valencia, España). Fue quien nos predicó el retiro al Clero de Carabayllo en Febrero de este año. Le agradecí su apoyo hacia mi persona.

D. Elqui Martín – P. Ronald Tananta – Mons. Lino Panizza – D. Florenio Abajo – P. Ramón Viloria

 

¿Qué recuerdos te quedan de tu época en el Aspirantado?

Tengo muchos recuerdos muy lindos. La experiencia de salir por primera vez de mi país y llegar a México “lindo y querido” fue maravillosa. El Aspirantado se volvió mi casa, una nueva familia. El compartir la vida con otros hermanos que tenían la misma ilusión que uno y conocer y descubrir la riqueza de otras culturas fue increíble. Compartí con hermanos de México, Argentina, Colombia, Honduras, Venezuela, El Salvador y el Congo. Aprendí un poquito de cada cultura y se amplió mi visión del mundo, me enriquecí valorando y respetando el aporte cultural de cada uno.

¡Cómo no recordar los momentos de compartir la mesa juntos, el deporte, el estudio en la Universidad, los momentos de recreación…! En definitiva hice grandes hermanos allí que aprecio mucho.

Y también, recuerdo con mucho cariño las Parroquias donde trabajé, los grupos juveniles que acompañé, las amistades que hice en las misiones.

Dentro de toda esta rica experiencia quisiera contar lo que me sucedió una vez en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Recuerdo que yo no atravesaba un buen momento vocacional y fuimos a la Basílica a hacer una colecta por la Universidad Pontificia. Estaba por finalizar la Misa de las 19:00 y yo me encontraba a la altura de la puerta principal cuando se me acercó un señor que nunca había visto antes y dándome la mano me dijo: «Ya te veo sacerdote«. Me besó la mano y se fue. Yo me quedé sorprendido por lo que me había pasado. Días después se lo comenté a mi director espiritual que me contestó: «Son las caricias de Dios». Y era verdad, considero una gracia ese gesto que tuvo ese señor para conmigo, que me dio ánimo para perseverar en el Amor del Señor.

 

¿Qué has aprendido durante la etapa de pastoral?

Muchísimo, la experiencia de conocer el COV (Centro de Orientación Vocacional) cambió mi modo ver la pastoral juvenil. Formar parte de los equipos de los distintos encuentros, ya sea TEA (Tiempo de Encuentro de Adolescentes), EIV (Encuentro de Identificación Vocacional), Proyecto de Vida I y II, PROFAJ (Programa de Formación para Animadores Juveniles) me permitió acercarme más a los jóvenes, a hacerme uno con ellos, a acompañarlos, a conocer sus sueños, deseos, anhelos, alegrías, objetivos, proyectos y también sus tristezas, decepciones, frustraciones, sus caídas. Aprendí a comprender los diferentes procesos vocacionales, y especialmente el mío; y sobre todo descubrí que los jóvenes tienen un corazón grande para amar.

Esta experiencia me ayuda a soñar. Espero algún día que la familia del COV se agrande y se pueda abrir uno aquí en Perú. No es un trabajo sencillo, pero creo que es realmente posible, ya que hay las condiciones para ello.

Luego la experiencia de vivir los Ejercicios Espirituales de mes me ha mostrado un panorama hermoso: la voluntad del Señor para mi vida. Hacer los ejercicios ha sido una experiencia fundante que me ha ayudado a redescubrir, a reconocer y por tanto, a renovar mi compromiso con el Señor, partiendo de la experiencia de su amor, de saberme y sentirme amado por Él. Porque el Amor del Señor, lo llena todo, lo sacia todo.

 

¿Qué significa para ti ser sacerdote?

Para mí ser sacerdote es ver con los ojos de Dios y sentir con el Corazón de Cristo; aprender a mirar con el corazón y amar hasta el extremo como lo hizo Cristo.

 

¿Y ser sacerdote operario?

Es ser un sacerdote que quiere compartir y testimoniar su experiencia del Amor del Señor acompañando y ayudando a discernir los diferentes procesos vocacionales desde la experiencia del Amor y de la misericordia. En pocas palabras, para mí ser sacerdote operario es ser «amigo y hermano de las vocaciones».

 

D. Elqui Martín Vera – P. Daniel Lascano – D. Luis Diego celebrando la Eucaristía en el encuentro de operarios de Alta Gracia (Argentina)

¿Cómo ha sido tu experiencia de fraternidad sacerdotal?

Muy enriquecedora, lo que me lleva a afirmar con convicción que la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos me ayudó a humanizarme más. He conocido y compartido con sacerdotes operarios que me han demostrado ser realmente fraternos. Con su ejemplo y testimonio me han enseñado a tratar a mis hermanos sacerdotes como yo quisiera ser tratado. Y esto es realmente maravilloso.

 

Algún mensaje para los que se cuestionan su camino vocacional…

Yo les diría: anímense a confiar en la Verdad del Amor del Señor; déjense tocar por el Amor del Corazón del Señor. Es una experiencia fascinante sentir su Amor hasta decirle: «Sí Señor, aquí estoy para hacer tu voluntad de amor».

 

Un pasaje bíblico: El Padre Misericordioso (Cf. Lc 15, 11-32).

Un libro: «El nombre de Dios es Misericordia» del Papa Francisco. Es una entrevista que le hace Andrea Tornielli al Papa Francisco.

Una película: La Pasión de Cristo de Mel Gibson

Un personaje: La Virgen María, porque como dijo José Luis Martín Descalzo en su libro «Razones para el amor», María ha sido la persona en nuestra tierra que ha vivido la más honda historia de amor.