Agustín Martínez Morán festeja sus bodas de oro sacerdotales

Agustín Martínez Morán festeja sus bodas de oro sacerdotales

“Me sigo considerando un privilegiado del amor de Dios”

 

El operario Agustín Martínez Morán celebra este año sus bodas de oro sacerdotales. La fecha exacta será el al 18 de septiembre,  día en el que fue ordenado presbítero junto con Plácido Fernández. Sin embargo, mañana día 30 de junio,  los operarios que conmemoran  sus bodas de oro o plata sacerdotales lo celebrarán en Salamanca en una Eucaristía que presidirá el Director general.

A pesar de su robustez, lo que realmente tiene grande  este leonés de Castrillo de las Piedras es su corazón, que no le cabe en su cuerpo. Es un corazón totalmente sacerdotal y operario. Afirma que ser operario significa para él toda su vida y su felicidad; que le ha dado todo a la Hermandad y que a su vez, de ella la recibido todo lo que es. Para Agustín estos 50 años de sacerdocio vivido en la Hermandad constituyen para  un signo privilegiado del amor de Dios.

Al festejar sus bodas de oro sacerdotales, Agustín hace memoria de sus 40 años de formador de seminaristas en 5 diócesis distintas de España y de sus últimos 10 años como párroco. Motivos hay de sobra para dar gracias a Dios.

Esta entrevista-testimonio concluye con una anécdota graciosa de sus años de seminarista y una lista que nos ofrece con todos los ministerios en los que ha servido en la Hermandad.

 

¿Qué significa para ti celebrar 50 años de sacerdocio?

Un momento oportuno para pararme y mirar lo que han significado estos 50 años de vida de sacerdote dedicado al ministerio sacerdotal: 40 años en los seminarios de Segovia, Toledo, Zaragoza, Valladolid y Mondoñedo, y 10 años en la parroquia de Santa Teresa de Jesús de Valladolid. Son muchos los sacerdotes de estas diócesis en cuya formación creo haber aportado mi granito de arena infundiéndoles la ilusión por el sacerdocio. Esto es lo que más importante de mi vida. Dar gracias a Dios porque se ha fiado de mí para este ministerio colmándome de sus dones con su presencia y cercanía, a lo largo de todos estos años, especialmente en los momentos de más dificultad, que también los ha habido. También para reconocer los errores cometidos, las cosas que podrían haberse hecho y se han quedado en el tintero…

¿Cómo surge tu inquietud por ser sacerdote?

Desde muy pequeño. Recuerdo haberle oído a mi padre muchas veces –se lo contaba a sus nietos- que antes de que yo hiciera la primera comunión ya decía que quería ser cura.

Es una inquietud que nace en la propia familia. Una familia sencilla, de labradores, pero religiosa. Tenía un tío sacerdote y dos tías religiosas. Viví en ese ambiente religioso. Como mi tío era operario, todos los pasos, desde los primeros, han estado en relación con la Hermandad. Empecé antes de cumplir los 11 años en el Aspirantado. Terminé a los 23 con la licencia en teología en la Universidad Pontificia. Toda mi vida, todo lo que sé, toda mi formación ha venido de la Hermandad y de los operarios. No me arrepiento. ¡Qué suerte! Es un motivo para darle muchas gracias a Dios.

¿Qué recuerdos te quedan de tu época en el Aspirantado?

Viví toda mi infancia, adolescencia y juventud en el Aspirantado. Era el más niño del curso. De la persona que tengo muchos y muy buenos recuerdos es de D. Estanislao Calvo. Lo he querido mucho. Me exigió mucho, me tocó algún que otro castigo. En general de todos los operarios que me acompañaron a lo largo de esos años en el menor y en el mayor, guardo muy buenos recuerdos; aunque alguno no tan bueno…

¿Cómo viviste el día de tu ordenación sacerdotal?

Fue el cumplimiento del sueño de mi vida. Con una gran alegría. El momento más importante de mi vida y de la gente a la que más quería: padres, familiares, amigos… que compartían conmigo esa alegría. También para ellos fue un día muy importante. Una gran ilusión. También con un sentimiento de responsabilidad y de humildad por el gran don del sacerdocio y por si sabría responder a la tarea que Dios y la Hermandad me encomendaban.

¿Por qué sigues siendo sacerdote 50 años después?

Me sigo considerando un privilegiado del amor de Dios. Si lo tuviera que hacer hoy repetiría la misma decisión. Durante estos años he sentido muy cerca la presencia, el amor y la cercanía de Dios. Me he sentido feliz. Me he sentido como instrumento en las manos de Dios en mi ministerio sacerdotal para el servicio a los demás. Cuando oyes: “me has ayudado” o cosas parecidas, sientes que ha sido Dios quien ha actuado en ti.

Durante estos 50 años ¿cómo ha evolucionado tu manera de vivir el sacerdocio?

No lo sé. Han pasado muchas cosas muy importantes en la historia, en la vida de la Iglesia y en la propia. Sigo con la misma ilusión, consciente de que ya no puedo hacer cosas que antes sí hacía. Las circunstancias de los tiempos, la experiencia, el ejemplo de los mayores, las dificultades, los éxitos… te cambian en muchos aspectos. Ahora se valoran más que las propias acciones, la serenidad, la cercanía de Dios y de los hermanos, la oración, los sacramentos, el sentirse querido, valorado, el poder ayudar a los necesitados… Se ven más intensamente las necesidades y los problemas de los demás.

¿Qué significa para ti ser sacerdote operario?

Lo que dicho antes. Toda mi vida y mi felicidad. Yo he dado mi vida a la Hermandad y la Hermandad me ha dado todo lo que soy.

¿Cómo ha sido tu experiencia de fraternidad sacerdotal?

He tenido y tengo buenos amigos. He colaborado con todas mis fuerzas en lo que la Hermandad me ha encomendado. En la vivencia de la fraternidad sacerdotal en los equipos ha habido de todo. En algunos muy bien y en otros he notado que faltaba mucho para vivirla.

Un mensaje para quien se pregunta por su vocación…

Merece la pena gastar la vida en el servicio a los demás en el sacerdocio.

Una anécdota graciosa…

Puede verse ahora como graciosa, entonces… En tercero o cuarto de bachillerato, al terminar las horas de clase de la tarde pasábamos por el antiguo patio central del “Aspi” hacia el de atrás, cuatro compañeros y al pasar por delante del comedor, no sé por qué, entramos y cogimos una barra de pan para los cuatro (respetamos el chocolate), la comimos…nos descubrieron y ello significó un “cero” en disciplina. Otro suspenso se podría perdonar, pero en disciplina era muy grave. Tal vez motivo de expulsión. Intervención de los padres, de mi tío… Lo arregló la sensatez de D. Estanislao.

¿Qué ministerio has desempeñado como operario durante estos años?

1968-1971: Colegio San José de Tortosa. Prefecto, Profesor

1971-1975: Seminario Menor de Segovia. Prefecto, Profesor. Vicerrector

1975-1977: Seminario Mayor de Toledo. Prefecto, Profesor.

1977-1978: Seminario Mayor de Toledo. Vicerrector, Prefecto.

1978-1981: Seminario Menor de Zaragoza. Tutor, Profesor. Pastoral.

1981-1993: Seminario Menor de Zaragoza. Vicerrector, Profesor

1993-1996: Seminario de Valladolid. Vicerrector, Profesor

1996-1998: Seminario Menor de Toledo. Vicerrector. Director Técnico, Tutor

1998-2000: Seminario Mayor y Menor de Mondoñedo-Ferrol (Lugo). Direct. Espiritual.

2000-2015: Seminario Mayor de Zaragoza. Vicerrector, Administrador.

2005-2018: Seminario Mayor y Menor de Zaragoza. Rector, Administrador.

Desde el 2008: Parroquia Santa Teresa de Valladolid. Párroco-Coordinador.